JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 26/03/2010

Dicen 'Adiós, adiós' en su nuevo disco pero parecen querer decir lo contrario, ya que no tienen ninguna intención de irse. Recuperado su carismático líder de los excesos del éxito, el célebre grupo orensano reemprende una nueva etapa saltando holgadamente por encima de la valla de los treinta años. Y como ellos decían (y dicen), "todo sigue siempre igual". Su bajista Charly Domínguez presenta el concierto que darán en la Copera hoy sábado a partir de las 22h.

- Ese 'Adiós, adiós' parece que ser un "hola-hola hijos del rocanrol"...

- Es muy posible, somos gallegos y jugamos con la ambigüedad de las palabras, y una doble negación es una afirmación. La misma portada indica que no es un barco el que se va, sino que viene...

- Han estado cinco años aparcados... ¿Se les acabó la pila del reloj?

- Es que la industria de la música está mal, no así la música, es un hecho. Entonces lo que antes eran plazos urgentes para sacar discos ahora se convierte en un "ya veremos" porque el negocio se hunde... y nuestra compañía cerró obligándonos a replantarnos el cómo y el cuándo hacer este disco...

- Cuando tocaron con los Ramones, ¿se esperaban hacer esta entrevista en el siglo XXI?

- (risas) No, para nada, nosotros éramos un grupo de apasionados de la música que jugábamos a hacer versiones sin idea de salir de aquella casa de un pueblo abandonado donde ensayábamos. Nos llamaron para los Ramones y nadie daba un duro por nosotros, pero salieron cuatro orensanos enloquecidos a todo trapo y ellos mismos, los Ramones, y los críticos que estuvieron hablaron muy bien de nosotros en todos sitios y empezó todo... ¡nuestro primer disco lo pagó un amigo con las 900.000 pesetas que tenía ahorradas para comprase un coche! (risas)

- Cuando lo hicieron con los Stones ya sí se lo creían, ¿no?

- No fue lo mismo, fue un concierto de currículo, pero a diferencia de los Ramones, que te trataban de igual a igual, los Stones llegaron en avión y se fueron a lo lejos en limusina, ¡cómo va ser lo mismo!

- Ustedes y Adolfo Domínguez, ¿son la nobleza orensana?

- ¡Pero nosotros no rendimos culto al disfraz! (risas) Pero salvando las distancias... Orense es conocida por su movimiento cultural, se la llama la "Atenas gallega". Carlos Núñez es de aquí también, y muchos escritores importantes. Domínguez es mucho más conocido que nosotros, lo citas en Japón y saben quien es, mientras que lo nuestro es pura contumacia, insistir e insistir hasta morir.

- Pero convendremos que a estas alturas, la arruga sí es bella...

- (carcajada) Las nuestras sí... nosotros por la arruga nada, Los Suaves han sido de comida de oreja, de una en una.

- ¿Cómo se consigue semejante grado de identificación del público con Los Suaves?

- No lo sabemos, pero han hecho cosas increíbles por nosotros, incluso en los momentos más bajos del grupo. A veces hemos pensado en irnos a la puerta al final del concierto y dar un abrazo y las gracias a cada uno de ellos: hay un grupo de gente que nos sigue de ciudad en ciudad asistiendo a todos los conciertos.  ¡Ellos acuñaron lo de "Los Suaves somos todos"!

- Sin embargo han hecho sufrir mucho a su gente, eran muy irregulares y eso, paradójicamente, se tradujo en un adictivo "currismo": se les perdonaban todas las decepciones a la espera de la noche memorable.

- Es cierto, hemos tenido momentos muy duros, pero mucho, y afortunadamente hemos cerrado esa etapa tan conflictiva que nos llevó hasta el borde de la desaparición, incluso física. La leyenda "destroyer" de Los Suaves ya es eso, historia, un paréntesis en un grupo que ahora mismo está mejor que nunca.

- Yosi, su portavoz, es un tipo muy especial, es el mejor cantante de rockandroll del mundo... abriendo los brazos.

- (risas) Yosi es un hombre muy carismático, tiene algo del atractivo de un predicador, es de esas personas que si quisiera podría llevar a un pueblo a la guerra, es puro magnetismo.

- Pero se fue apagando su voz y ahora es más rapsoda que cantante.

- Es cierto, pero eso mismo le ocurre a Tom Waits por ejemplo. Hay canciones que hemos dejado de tocar porque se convertían en letanías, es su estilo, más recitador que entonador... el tiempo pasa y es lo que es, más escritor que cantante, siendo parte de su encanto... ¡hay que respetarle que hace treinta años fue el único del grupo que dio un paso al frente y se atrevió a cantar! (risas)

- Pasado ya un buen rato de vida ¿sigue vigente 'Siempre igual'?

- Sí es muy triste, pero sí, la soledad y la desesperación es tremenda. El mundo se ha convertido en una cadena de zapatos camino del INEM, desesperados... El hablar de cosas que le duelen a mucha gente, directamente o a tu entorno inmediato, y a varias generaciones, creo que es el enganche de un grupo como Los Suaves. Me encantaría que fuesen canciones viejas y anticuadas, pero tristemente son el estribillo de todos los días.