VALLE  |  Madrid, 15/05/2018

Tenía que habérmelo imaginado porque últimamente no me venía cuidando nada bien. Por eso, el sábado pasado, al final mi corazón estalló y morí.

Me desperté algo aturdido en medio de una neblina y divisé tres siluetas delante de una puerta blanca. Despacio y temeroso, me fui acercando y, extrañado, comprobé que eran un niño rocker, un joven punk y un viejo poeta. Los tres tenían mi cara y no les quedaba del todo mal, así que, pregunté:

- "¿Quiénes sois?". El trío al unísono contestó: - "Somos la Santísima Trinidad".

- "¡¡Claro!!, ¡por fin lo he entendido!. Si es que no saben explicarlo..." Repliqué.

De repente, un movido y acústico rock llegó dulce a mis oídos desde la puerta. Reconocí en seguida que era la canción 'Fado de las tabernas' del dúo EL CLUB DEL AGUANTE y me entraron tantas ganas de entrar que lo hice sin preguntar. Una cerveza fría en una mesa frente a los músicos me esperaba y junto a mí se sentaron el trío de mis yos. El niño rocker pidió un batido de chocolate, el joven punk una cerveza y el viejo poeta un whisky con hielo, al mismo tiempo que El Club del Aguante comenzaba a interpretar su tema country 'Otra ronda por favor'. "Casualidades del destino, supongo". Y justo cuando pensé esto, la nostálgica armónica del gran bajista y hombre orquesta, Pedro Higueras, anunciaba la canción 'La tinta del destino' y a sus maravillosos coros nos unimos todos. Entonces, sonaron seguidos los dos temas que más me embriagan de El Club del Aguante: 'Espinas' y 'La banda del cojo'. En esta última, el gran compositor, cantante y guitarrista Michi Mapache, sabiendo mi debilidad por esta canción, me dedicaba unas palabras y yo flotaba como en un sueño. En un intento por despertar, pregunté dónde estábamos y el joven punk, con su sarcástica mirada, me contestó: "tío, estás en el cielo". "Claro", pensé, "es verdad todo aquello que decían de que aquí se está muy a gusto". La cálida voz de Michi terminó de situarme cuando empezó a cantar "ahora vivo en una estrella, el firmamento es genial..." de su celestial canción 'Al margen de lo callado'. Sin embargo, sentí cierto remordimiento ante tanto placer cuando El Club del Aguante tocaba 'Condenados', el tema que daba nombre a su segundo disco, y confesé: "no sé si merezco estar aquí. Cuando había que ayudar, quizás no hice lo suficiente". El niño rocker, a pesar de que me contestó sin dejar de golpear los nudillos en la mesa, me calmó: "Tranquilo hombre, tú a tu ritmo". Comprendí que fue "solo un trago amargo" en el mismo momento que sonaba esa canción y me agarré a sus versos: "el chamán de los tejados vuela a nuestro lado y la bruja más hermosa es el viento a favor. Yo, que nunca tuve apego a este mundo raro, fui por el sendero de su corazón".

Después, tras disfrutar de la cadenciosa 'Media ranchera sin banderas', mi inquietud me pedía algo nuevo. Michi y Pedro, que parecían estar a mi servicio, me cantaron dos que, sin duda, fueron compuestas en el paraíso: 'Sé que solo soy un loco' y el corrido mexicano 'Abrazos por la espalda'. Volvieron a uno de sus temas de siempre y su folk brilló con 'En el huerto de Tomás' antes de volver a sorprenderme con otras canciones inéditas como 'Fino de vino' y la sabinera 'Dulce resaca'. Pero, ante tanta felicidad, mi incredulidad y desconfianza volvió y confesé: "Tampoco sé si merezco estar aquí porque cuando había que trabajar, quizás no hice lo suficiente". Esta vez, a pesar de su falso pasotismo, fue el joven punk quien me apaciguó: "tío, pasa de eso y escucha..." El Club del Aguante, en ese instante, reivindicaba el derecho a la pereza y a soñar con su pegadiza canción 'Soñar despierto'. Entonces, el viejo poeta, que aún no había abierto la boca, levantó la cara y vislumbré en sus ojos ese par de noches sin dormir buscando un verso imposible que no cambiaría nada. Encontró casi sin querer mi mirada y me preguntó:

- "Y cuando había que amar... ¿Cómo lo hiciste?"

- "Como un loco". Respondí sin pensar.

El Club del Aguante, en ese momento, terminaba su concierto cantando... "Al cielo llegamos los locos por caminos raros. Es normal que, en mitad de algún beso, te dijeran adiós". Así de reconfortado y ya sin remordimiento, os espero aquí en el cielo. Aplaudiendo y solicitando un bis en el que, con suerte, El Club del Aguante tocará marcando su precioso 'Rumbo' y, tal vez, otra nueva canción reivindicativa que se llame 'Buenas intenciones'. Porque solo eso (buenas intenciones) es lo que hace falta para llegar aquí. Eso y... amar como un loco.

En definitiva, cuando os sintáis morir, buscad un cartel que anuncie un concierto de El Club del Aguante. Aquí os esperaré con mi cerveza y os aseguro que estaremos en la gloria.