JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 27/04/2018

Miembro de un grupo mítico en la isla de Cuba, Superávit, un trío/dúo que subvirtió los códigos de la canción de autor vigentes, ALEJANDRO FRÓMETA ha desarrollado en España una carrera personal exquisita y de altísimo refinamiento sonoro. Actuará en la Plaza de las Pasiegas de Granada hoy viernes 27 (20h) junto a la venezolana Irina Indigo y el colombiano Andrés Correa dentro de Abril Para Vivir.

- Acaba de sacar su segundo disco en España en muchos años. ¿Tan complicada está la cosa aquí?

- También he producido otro para Ariel Cubillas y he escrito música para teatro y documentales. Pero sí, la cosa no está muy buena. Y no solo aquí. Es muy difícil en las condiciones actuales asumir una producción medianamente abarcadora. Y por otro está la distribución del material, ya que tu música esté en todas las plataformas de Internet, incluso para consumirla "gratuitamente", no te asegura llegar a una cantidad suficiente de público como para arriesgarte a hacer la inversión que supone.

- ¿Lo de "La isla de la música" es acertado, exagerado o se queda corto?

- Sí, es bastante acertado. Sobre todo por la palabra Isla. Es verdad que en Cuba la música se vive de una manera especial. Forma parte de la vida. Puedes escuchar música por todas partes y siempre hay un ritmo o una melodía que acompaña las acciones cotidianas. También hay una formación académica de mucho nivel. Aparecen cada año músicos nuevos y cada vez mejores. La música allí es una profesión valorada. La gente sabe lo que cuesta tocar bien o construir una obra. Seguramente no es el único sitio en el mundo donde esto sucede, pero sé de otros donde no es así ni de lejos.

- En la película documental que le han dedicado dicen de ustedes, de Superávit, que fueron casi como una isla dentro de otra isla...

- Sí. Cuando surgimos en los 90s, en plena crisis, la economía cubana estaba volcada totalmente en el turismo y los turistas solo iban a buscar mulatas, salsa, playa y todas esas cosas que proporciona esa vía de financiación donde estaban los dólares. Nosotros por otro lado intentábamos ser coherentes con nuestro pensamiento y nuestra forma de vida. Intentábamos usar todas las músicas que nos conmovían por una u otra razón, incluyendo elementos de la timba, la canción tradicional, el rock, el folklore. En general una mezcolanza de lo que éramos como generación.

- ¿Acaso por influencia de los gigantes del pop y rock argentino, que aquí a España no llegaron hasta mucho después?

- Eso nos influyó muchísimo. Cuando Fito Páez aterrizó en la Habana, con su DX7 y su batería electrónica, vimos en el escenario a un tipo que se divertía, bailaba y disfrutaba, a la vez que decía cosas profundas de una forma poética y desenfadada. Sin la rigidez que habíamos aprendido de la Nueva Trova. Sentimos mucha libertad al escucharlo. Después vimos de dónde venía y alucinamos más aún con Charly y Spinetta. Desde entonces se convirtieron en nuestros referentes latinoamericanos, junto a los brasileños, por supuesto.

- Es llamativo que en sus presentaciones grandes siempre se acompaña de sección de cuerda clásica...

- Sí. Desde siempre nos gustó trabajar con cuerdas. Se ha convertido como en un sello de mi trabajo, incluso me llaman a veces solo para hacer los arreglos de cuerdas, como en el tema 'Siempre Happy' de Boris en el disco de Habana Abierta, donde tuve la suerte de escribirlas sobre el piano de Bebo Valdés.

- Sin embargo en este último disco 'Celular' la ha aparcado...

- Partí de la no utilización de cuerdas. Me lo planteé así para desarrollar el discurso de los vientos con más protagonismo. Si en 'SiÓ' las cuerdas sustituyen a veces la función de los metales, en 'Celular' intenté lo contrario. Esta es una visión que viene de mi formación clásica, donde los compositores intentan llevar las posibilidades de cada instrumento o formación a su máxima expresión. En 'Poética Martiana' utilizo un trío de saxofones dándole un sentido como de pieza clásica contemporánea, que es un lenguaje que me está interesando mucho. Intento llevar con el barítono una base rítmica y armónica típica cubana y distorsionarla con las armonías y contrapuntos de los otros dos saxos.

- Es su primera vez en Granada, ¿no?

- Sí, y estoy muy entusiasmado. Por estos escenarios han pasado gente que admiro mucho y he tenido como referentes. Ponerme a cantar allí es un gran regalo. Además sé que en Granada hay un público con el que puedo tener una gran comunicación. Aquí han surgido grandes bandas y artistas y eso es porque algo hay en el ambiente que los hace florecer.