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María del Mar Bonet | Orquesta Ciudad de Atarfe | José Guerrero | Gregorio Morales | Francisco Espínola
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La Bonet recorrió el Mare Nostrum por ambas orillas, utilizando versos y músicas suyas y de autores como Lorgos Seferis, Mikis Theodorakis, Lautaro Rosas...
Algo hay en nuestra tierra que se rasca y salen caracolas de piedra. Ese yo remoto y marítimo de Granada fue lo que removió la cantante MARÍA DEL MAR BONET con su cancionero mediterráneo en la inauguración del Parapandafolk.
Plena de voz y elegancia, la mallorquina consiguió con su emoción e intensidad casi lograr el silencio, y desde luego todo el respeto de unas dos mil personas en plena calle. Se trataba de tocar su reciente disco 'Bellver', antología muy personal de su obra en clave sinfónica orquestada por Joan Bibiloni y Toni Cuenca. La "joven y excelente" orquesta, en palabras de la diva, Orquesta Ciudad de Atarfe, bajo la dirección de José Guerrero, fue la formación que apoyó este estreno andaluz, que paradójicamente había sonado antes en Chicago que en este Sur.
Como todas las noches de este año, la inaugural estuvo dedicada a la memoria del poeta Miguel Hernández, y así, tras el corte de cinta por parte de las autoridades competentes, los versos del poeta alicantino sonaron en su centenario en la voz del escritor Gregorio Morales, que junto al periodista Francisco Espínola introdujeron el concierto.
"Os traigo la música y la cultura de mi mar, y os la ofrezco con todo mi amor" dijo la Bonet a modo de bienvenida a una velada excepcional por varias razones, por la entidad de la protagonista, por el esfuerzo de sus acompañantes que llevaban varios días "fulltime" ante las partituras, y por el salto cualitativo que supone montar conciertos de este refinamiento en un festival eminentemente popular. Excepto alguna "motillo" inoportuna y un chaval que se le escapó a Herodes, el estreno fue impecable en los tres niveles.
La Bonet recorrió el Mare Nostrum por ambas orillas, utilizando versos y músicas suyas y de autores como Lorgos Seferis, Mikis Theodorakis, Lautaro Rosas o Eduardo Nicolardi. Y salvó las diferencias idiomáticas con generosas introducciones y/o lecturas en castellano de lo cantado en catalán o mallorquín. Sus arreglos orquestales (con el apoyo añadido de varios de sus músicos habituales, menos Javier Más, mano derecha ahora de Leonard Cohen), sonaron grandes en los instrumentos de la orquesta atarfeña, y dando una dimensión casi cinematográfica a unas canciones normalmente menos dramáticas y más pegadas a tierra.
Cantó con la profundidad y emoción que son tan suyas temas populares sardos ('Desde Mallorca a l'Alguer', un recorrido por todas la islas mediterráneas), catalanes ('La dama d'Aragó'), mallorquines ('Jota marinera'), griegos ('Per Hipòcrates'), turcos, etc., y, aunque se echaron de menos algunas de sus canciones míticas como 'Vigila el mar', 'Que volen aquesta gent?' o 'L'àguila negra', su entonación apasionada, tostada por la misma luz que brilla en la piel de los niños de Sorolla, su canto arcaico y contemporáneo, su voz llena de sabiduría, de diálogo, cercanía y vida, cautivó a un público, que había subido al Parapandafolk desde toda la provincia, y que terminó acompañando a orquesta y cantante con sus participativas palmas. Por una noche Íllora tuvo puerto de mar.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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