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Uri Caine | Bedrock3 | Barbara Walker | Reggie Washington | Cornell Rochester | Bedrock
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El concierto de Caine osciló entre sus recreaciones retrofuturistas, con el Rhodes saturado, algo, muy poco de piano, y bastante de teclas midi directamente enchufadas a su Mac.
Uri Caine es un músico que sorprende con cada una de sus propuestas, y tiene tantas que fue invitado por un festival norteño a presentar cada noche un proyecto diferente, y llenó completamente el calendario. Y es que cuando no se le ocurre variar las 'Variaciones Goldberg', se le antoja reducir a Mahler a conjunto de jazz con DJ, transportar a Wagner a la plácida Venecia, dedicar un disco al funk, al drum'n'bass, a la música brasileña o al retrofunk. Su proyecto BEDROCK3 es el más gamberro de cuantos lleva para adelante, y en él, el pianista se dedica a volcar con descaro sobre el jazz eléctrico y bailable de mediados de los años setenta. A estas alturas, Caine estira el concepto jazz hacia los cuatro puntos cardinales.
Con esta formación de trío (originalmente junto a los monstruos Tim Lefevre y Zach Danziger) Uri Caine realmente se divierte tocando, y haciendo probablemente algunas de las músicas que sonaban en su entorno de adolescente con sus primeras visitas a las pistas de baile. Revive por momentos el pasado cuando el órgano Fender Rhodes era el rey de los pianos eléctricos, repartiéndose el protagonismo con los Farfisas, puro vintage ahora mismo. Y gente como Hancock o Stevie Wonder sacaban chispas de sus teclados de plástico en locales oscuros apenas iluminados por los tintineantes efectos de la bola de espejos.
La formación que se presentó en la penúltima noche de Jazz en la Costa ofrecía un nuevo giro de tuerca en la libertad formal de Caine, al ofrecer la versión más blues-soul-gopel del equipo Bedrock3, un potente matiz racial que aportó la rotunda cantante Barbara Walker (en la foto).
El concierto de Caine osciló entre sus recreaciones retrofuturistas, con el Rhodes saturado, algo, muy poco de piano, y bastante de teclas midi directamente enchufadas a su Mac para extraer timbres imposibles, en ocasiones humorísticos, y las partes de club de Harlem o misa adventista de doce, cuando aparecía la cantante.
Los miembros nuevos de la formación, Reggie Washington y Cornell Rochester, cumplieron sin protagonismos dejando que la expansiva Barbara Walker pisase el borde del escenario y sacase a bailar a la gente, incluso bajando a cantar entre ellos. Ni que decir tiene que las casi 1500 personas que habían agotado las entradas para este concierto terminaron de pie y bailando una música, el soul, pensada y creada parra agitar los cuerpos aunque se llame "alma".
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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