DANI ILLANA  |  Jaén, 08/07/2010

Calor, mucho calor, de ese que llama a las televisiones nacionales a que vengan a hacer directo en los informativos desde la capital del Santo Reino era lo que reinaba en la Plaza del Deán Mazas, segundo escenario del Festival internaiconal de Jazz de Jaén "Jazz entre Olivos". Un numeroso público, que lo fue más conforme fueron llegando los rezagados del Holanda - Uruguay, se agolpaba en uno de los rincones con más encanto de la capital jiennense. El escenario, ante el patio trasero del edificio de Hacienda, daba un aire aún más espectacular al entorno y, al mismo tiempo, permitía un mayor número de espectadores, que se agolpaban tanto en la terraza del bar que ocupa la plaza como por las aceras. Se disfrutó de una auténtica sesión de jazz entre cañas o jazz entre pipas, había donde elegir. Y como plato fuerte uno de los mejores teclistas de nuestro país, el hombre que demuestra que Alcoy es algo más que bandas de moros y cristianos, MAURI SANCHIS, que se traía a Jaén una formación en formato trío que mostró aún mejor las potencialidades de la música cálida y bailable de Mauri.

Para un hombre que aboga por el lema "menos es más", concepto que han defendido desde Benny Goodman hasta Kurt Cobain, el trío es el estado de naturaleza dentro del jazz. Pero no todos entienden las cosas del mismo modo cuando se habla de terceto, a veces se establece competición entre los miembros del mismo, generando tensión en sus aristas. Pero el trío de Mauri Sanchis no funciona así, es una maquina perfectamente engranada en la que el talento individual enriquece al conjunto. No hay secciones de improvisación particular, todo entra dentro de la gran maquina de ritmo que nos propone el alicantino, un monstruo que se mueve, solido y firme, en el territorio del jazz, pero cuyos tentáculos alcanzan el funk, el soul, el blues electrificado y el rock, amén de otros muchos estilos que se asoman entre lo tangencial y lo necesario.

Mauri Sanchis, como es habitual, gozaba de cada acorde, que arrancaba con esfuerzo de su instrumento. Las muecas que repitió una y otra vez en su cara daban muestra de ello. El Hammond XK-3 por el que se hizo acompañar el martes es el medio necesario por el que Mauri saca eso que se llama groove y que significa, simplemente, tocar para disfrutar y hacer disfrutar. Sería poco práctico entrar a hablar una vez más de la poderosa forma en la que el del Alcoy ataca las teclas, desde el hombro, y como consigue mantener el aire un sonido preciso en el tiempo y manera adecuados. Muchos ya lo hicieron antes que yo. Pero sí es de destacar que es la primera vez que presencio cara a cara a un hombre que sepa explotar tanto un instrumento que tradicionalmente está llamado a estar en segundo plano. En 2003 actuó por primera vez en el Festival de Jazz de Jaén, con su primer disco recién salido del horno. Ahora llegaba con tres discos en el bolsillo y como principal hombre anuncio de todo lo que se relaciona con su intrumento en España, y al escucharlo se entiende por qué.

Junto a Mauri llegaron hasta Jaén los dos acompañantes habituales del teclista. Raúl Huelves, "Razl", es tan amante del funk como el propio Mauri y, además, es un hombre sin complejos, que utiliza todo tipo de distorsiones para conseguir una guitarra sucia, de la que extrae un sonido denso y sudoroso que rompe con los cánones de la guitarra jazz tradicional. Por su parte, a la batería estaba uno de los vascos con más swing, Blas Fernández tiene eso que se puede llamar feeling o groove o con cualquier otro anglicismo y que podríamos simplificar como clase. Después de hora y meida de temas propios y una miniversión de Prince, el trío se guardó, la noche del martes, lo mejor para los bises, con sus versiones del 'Soul Sacrifice', de Santana y de 'Green Onions', de Booker T & de MG's, el tema clave del sonido Hammond. Cuanto menos quedaba para que el concierto fuese terminando, más calor hacía; la noche prestaba el bochorno, pero Mauri y los suyos incendiaban en ambiente a golpe de funk. Fue un fin de fiesta digno para un concierto quizá no memorable, pero sí interesante.