RAMÓN HONRADO RECA  |  Cazorla (Jaén), 31/07/2010

Los días 22, 23, y 24 de julio se celebró en Cazorla la decimosexta edición del FESTIVAL BLUESCAZORLA. Conciertos por doquier de muchos estilos musicales se dieron cita en la localidad jiennense. Señoras y señores, en el miniuniverso del blues no hay crisis, la crisis es su Modus Vivendi.

El jueves 22 fue la noche de los tupés, tres artistas diferentes, tres tupés diferentes, tres formas diferentes de enfrentarse a un micrófono.

Abrió la velada Imelda May y su rockabilly elegante y sensual, que hizo al público menearse y bailar con todas sus ganas. Después de la irlandesa otro plato fuerte: Eli Paperboy Reed & The True Lovers (en la foto) que con su energético soul demostró en un show espectacular porque el de Massachusetts es uno de los artistas del momento. Para finalizar la noche, Loquillo llenó de actitud el escenario. Con el público entregado, el ex-Troglodita tocó temas de su último álbum y clásicos como 'La Mataré' o 'Cadillac Solitario'.

Loquillo dio las gracias a la organización por "tener los huevos de traernos, no somos una banda de blues pero somos un grupo de rock'n'roll español".

El viernes 23 comenzó con la voz y la guitarra de Hendrik Roever haciendo sus temas más desnudos. Tras él, la precisión del Lluis Coloma Trío, que a pesar de los problemas que hubo con el sonido del teclado, mantuvo atentos permanentemente a los asistentes a la plaza Gambrinus; tras el jazz vino la locura y el descaro de La Brassa Band, con sonidos que viajaban desde Nueva Orleans hasta Jamaica. La tarde del viernes, con un sol desafiante que hizo mella en los grupos (estaban totalmente al descubierto), nos traía abriendo paso a unos Massena con un directo más que recomendable, serio, y al grano; después, Guadalupe Plata llegaron como una serpiente y se marcharon como el mismísimo diablo. Los de Úbeda, con un directo arrollador que entremezcla el blues de los discos de pizarra con gran cantidad de variantes roqueras con un toque muy personal; dando paso a la noche estuvo el trío de Mauri Sanchis, que envolvió de magia "made in Hammond" al público, el alicantino deleitó a los asistentes con su maestría con el órgano.

En la plaza de toros, a eso de las 23:00 horas, se empezó a escuchar muy buenas melodías, eran nada más y nada menos que Los Deltonos, que siguen la tradición de los grupos que cantan en castellano y pegan pellizquitos a todas las variantes del rhythm and blues. Joe Bonamassa salió de parte del virtuosismo, cambiando de guitarra (y de registro) cada pocas canciones. Tras él, Sugar Ray, sus armónicas y su banda dieron un rato agradable de buena música, bailable pero sin peso sentimental.

Cerrando la noche del viernes la J. Teixi Band, con Javier Teixidor al frente, demostró su madurez y su saber hacer después de su evolución musical de éstos últimos años.

Sábado, último día del festival. Joe Luis Walker en la plaza Gambrinus empieza lo que luego remataría en el escenario Cruzcampo; le seguía algo fresco: The Street Pickers que se dieron un paseo por los estilos del blues y de la American music; para echar el cierre al escenario Gambrinus Txus Blues & Jose Bluesfingers, que jugaban en casa y ganaron por goleada; los autores del himno del festival y culpables del cambio de nombre del pueblo por el de "Cazorleans" pusieron al público a sus pies.

A las 18:00 estaban sobre el escenario Paraíso Interior Susan Santos & The Red Papa's Band con un buen directo que sorprendió por la autenticidad de la puesta en escena. Le siguieron La Incombustible, otro buen ejemplo de la buena salud del blues patrio. Como postre, Miss In Blues con su blues standard con melodías souleras.

Se hizo la noche y con ella el cambio de escenario, el festival se terminaba y Women of Chicago Blues, es decir, Deitra Farr, Zora Young y Grana Louise, una a una demostraron ser las que más garra tuvieron de la velada, las tres juntas: un huracán. Los tres últimos músicos del festival, tres guitarristas que no arriesgaron demasiado, Jimmie Vaughan centrado en los estándares del rhythm'n'blues hizo bailar al público pero en ningún momento estremecerse. Igualmente pasó con Joe Luis Walker y Buddy Whittington, hubo velocidad, mucha calidad, muchos solos pero poco corazón.

El BluesCazorla 2010 termina dejándome algunas incógnitas fastidiosas: ¿Los grandes del blues están igual de estancados que los "dinosaurios del r'n'r"? Y es que casi no se escuchó verdadero blues de raíces en el escenario principal. ¿Los conciertos de los escenarios Paraísointerior y Gambrinus calaron más hondo porque el blues no está hecho para grandes recintos o porque realmente el cambio generacional es necesario? Una cosa es segura, las propuestas de los escenarios "pequeños" eran más arriesgadas y a la vez más tradicionales, lo que las hacía más interesantes.

En definitiva, dos días y medio de diversión, calor y muchos estilos musicales entre los que se echó de menos ese blues primigenio que adapta a la guitarra el sonido de los tambores africanos, ese que da escalofríos y huele a algodón.