REDACCIÓN  |  Madrid, 21/05/2010

Esta noche se presenta, en el Ocho y Medio Club de Madrid, el primer disco del proyecto paralelo de los L-Kan Luis García Morais y Belén Chanes, BLA. 'La mejor Enfermedad' está editado por Elefant.

L-Kan ha sido una de esas bandas que corría como la pólvora en boca de todos aquellos fans del tecno-pop más gamberro e iconoclasta. Sus cuatro discos, junto a aquella colaboración con Aviador Dro y La Monja Enana llamada '¡Qué mutada!' son objeto de adoración por los espíritus más nocturnos y atrevidos, hasta el punto que sus canciones han llegado a editarse en México, Francia y Perú.

Pero llegó el momento de "sentar la cabeza", y Luis y Belén (por cierto, grandes activistas de la noche madrileña, responsables de salas como el Ocho y Medio y el Elástico), han decidido dar paso a un nuevo proyecto paralelo a L-Kan, con una marcha menos, pero con un mayor cuidado en los arreglos y las melodías, y buscando un sonido más orgánico con letras con un toque más incisivo. Y así nace Bla, y aquí tenemos 'La mejor enfermedad', un disco que respira emoción y vitalismo por los cuatro costados, utilizando una gama mayor de instrumentos (entre los que destaca la batería de Gabriel Marijuan, y el ukelele de Luis), aunque sin renunciar a las programaciones. Como ellos mismos explican, "en Bla se habla de amor, del bueno y del regular, de las pequeñas incomodidades que pueden llegar a hundirte un día, como pasar por delante de un bar que ya no frecuentas, del fracaso y el empecinamiento ciego en superarlo, de esos instantes de euforia en que los demás dan igual. Bla podría ser un catarro feliz, una cuarentena para estar con uno mismo, un chicle guardado y vuelto a usar. Bla podría ser un grupo hawaiano, un grupo de indie pop en el sentido más sueco de la palabra, un grupo de atracadores de sonidos de los 60...". El resultado es una paleta amplísima de colores, de estados de ánimo, de estilos y sonidos, demostrando que 'La mejor enfermedad' representa la necesidad de dos grandes compositores de sentirse libres escribiendo, de probar todo lo que les apetece. Y es que la única enfermedad que sufren sus protagonistas es la de no poder parar quietos.