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El violinista Ara Malikian es uno de los músicos más reconocidos de nuestro país. Tras pasar por el Palacio de Deportes de Granada el pasado 27 de diciembre, actuación por la que fue entrevistado por Juan Jesús García, hoy estará en el Auditori Teulada Moraira de Alicante, el jueves 17 en el Teatro Fortuny de Reus, el viernes en el Teatre Auditori Sant Cugat de Barcelona, el sábado en el Teatro El Jardín de Figueres y el domingo en el Teatre Auditori de Granollers, entre otras fechas de su gira 'Royal Garage World Tour'.
Pocos músicos han hecho tanto por un instrumento. El abuelo de ARA MALIKIAN sobrevivió a la masacre armenia gracias a saber tocar el violín, su padre también lo maneja, y él desde la cuna. Llegó a España huyendo de la guerra y posguerra libanesa y llegó a tocar en la calle y el metro. Pero su peculiar idiosincrasia, su imagen heterodoxa, su genialidad instrumental no exenta de sentido del espectáculo, junto con su amable accesibilidad han hecho de él uno de los músicos más populares de nuestro país. Y como tal tiene que ir ampliando aforos, desde los pequeños teatritos de pueblo donde se cobijó, a ya los palacios de deportes y plazas de toros, que en breve serán campos de fútbol o coliseos gigantes; al tiempo. Malikian presenta su último trabajo 'La Increíble Historia de Violín'.
- Nació en 1968, uno de los más grandes años de la música popular... ¡nació ya señalado!
- No sé si nací para la música por el calendario, porque eso lo decidió mi padre, que antes de nacer ya quería que fuera violinista: cuando nací me puso un violín en la barbilla y hasta hoy ahí sigue (risas).
- Siempre se le compara con las estrellas de rock... ¿pide ya toallas perfumadas con hojas de jazmín rosa holandés fresco del día?
- (Carcajada) No, todavía no (risas). Me hace gracia que me comparen con las estrellas del rock, porque yo no me veo así. Si acaso no tengo la imagen cliché del violinista clásico, representado como alguien muy estirado y serio dentro de un frac, y yo no soy así. Yo soy como soy, sin disfraz.
- ¿Y como ellos está preparado para conciertos en campos de fútbol y grandes "arenas"?
- Preparado sí, siempre estoy preparado para todo. Desde hace dos años estamos llevando nuestros conciertos a lugares más grandes porque lo pedía el público, hay mucha demanda, y nuestro propio concepto de actuación podía crecer también a mayores proporciones. Al principio fue un gran susto solo pensar en un concierto de violín para 10.000 o 20.000 personas, pero las primeras respuestas fueron muy alentadoras. Hemos comprobado que la música clásica instrumental puede llegar a las masas, a mucha gente a la vez y es toda una experiencia para mí.
- Usted ha dado muchos conciertos para niños, y el que planta recoge... ¿Son los miles que ahora ya han crecido y van a sus conciertos?
- (Carcajada) Me daría mucha alegría que fuesen ellos, porque durante muchos años he hecho conciertos para despertar el amor a la música en niños y jóvenes. Si fuese así sería muy feliz porque he cumplido con el objetivo de enseñar a recibir placer de la música, sería una muestra de que estamos en el buen camino. Creo que se deben hacer muchos más conciertos infantiles y escolares, enseñarles a disfrutar más de la vida.
- La técnica se aprende y... ¿la creación se estimula?
- Creo que todo se aprende, la creatividad también, pero la fantasía y las emociones tienen más que ver con cada uno, con su corazón y su alma. Son cosas separadas pero están muy cerca, porque si no tienes la técnica suficiente para explicar lo que tú quieres, te sientes incapaz y frustrado; y lo contrario también. Hay que trabajar ambos ámbitos a la vez, eso sí, una vez que estás en el escenario te tienes que olvidar de la técnica y solo ocuparte de la interpretación emocional.
- Últimamente los grupos de rock están dando conciertos con orquestas clásicas... ¿Qué le parecen esas iniciativas?
- Muy bien, de hecho llevamos un tiempo en la música en el que nos hemos olvidado de las clasificaciones: todos somos músicos y hacemos música a la manera que le gusta a cada uno, sea el jazz, el rock, el flamenco, la clásica... Todas son músicas y están hechas para disfrutar, que es lo más importante.
- Usted grabó con Extremoduro nada menos... ¿Algún artista con los que le gustaría haberlo hecho? Se lo pregunto también por el proyecto con Calamaro y Bunbury...
- El siguiente disco que vamos sacar, en febrero, va a tener muchas colaboraciones, de las que ya hemos publicado las canciones 'El extranjero' y 'Nostalgias', con Andrés Calamaro y Enrique Bunbury. Me siento muy afortunado de poder colaborar con estos artistazos.
- En mi casa se aprendió a tocar el violín... Y ufff! no hay instrumento más desagradecido para aprender, ¡hasta el gato salía corriendo!...
- (Carcajada) Es verdad, me ha pasado a mí con mi hijo de cuatro años. Intenté con él hacer lo de mi padre conmigo y ha sido imposible (risas), ¡me tiró el violín a la cabeza (risas)!
- Sin embargo es un instrumento que aparece en todas la culturas alrededor del mundo...
- Porque tiene una travesura que otros instrumentos no, es endiablado, como Paganini. El violín puede sacar sonidos que otros instrumentos no pueden conseguir (que conste que consiguen otros, claro). Yo lo considero como un instrumento revoltoso, travieso, también pequeño y que encaja perfectamente en cualquier música, de cualquier parte del mundo; por eso está en todas las culturas.
- ¿Qué le parecen los violines sintetizados y electrónicos?
- Los he probado y me he divertido, pero de momento sigo fiel al clásico, amplificado, por supuesto. El eléctrico es muy útil cuando quieres tener mucha fuerza y volumen, pero para cuidar el sonido no da mucho de sí porque no tiene mucho margen, al menos para mí.
- Ha citado a Paganini, que como Robert Johnson vendieron su alma al diablo por ese swing... Esto... ¿Qué ha dado usted y a quién?
- Que yo sepa nada (carcajada), a menos que me la hayan robado sin que yo me diera cuenta (carcajada). Es una tradición hablar de la venta de almas para poder tocar con esa genialidad, yo añadiría a Jimi Hendrix, Miles Davis (carcajada)... Y cuando todos hablan, algo de verdad habrá (risas). Es un lenguaje figurado, porque lo cierto es que para tocar a esos niveles tienes que sacrificar muchas cosas, tu vida personal, tu niñez.. Ese es paralelismo real con el pacto diabólico.
- James Rhodes asegura que interpreta a Rachmáninov para ahuyentar sus demonios. ¿Alguna pieza que le sirva de exorcizarse en privado?
- Para sanarme y refrescarme, y lo hago a diario, prefiero a Bach y Paganini. Bach por la belleza, sensibilidad y alma, y Paganini porque su técnica me permite mantenerme en forma.
- Se sabe que es un admirador apasionado de Miles Davis. ¿Y de los violinistas de jazz: Venuti, Jean Luc Ponty, Grapelli, Regina Carter...?
- Soy un gran admirador de ellos. Me interesa mucho el violín como elemento de improvisación, no solo de reproducción de una obra. Hay una tradición muy importante de improvisadores de violín, en el jazz, el country, el manouche, la música balcánica... Es una corriente muy importante que ha influenciado también la música clásica: Brahms y Shumann se nutrieron mucho de la música zíngara, y ahí el instrumento principal es el violín improvisado.
- He citado a americanos, franceses... usted es armenio y libanés... La música no entiende de fronteras. Pero precisamente viene a Granada, que sí es una frontera a la que llegan exhaustos o muertos centenares de personas... ¿cómo observa usted este drama cotidiano?
- Con mucha preocupación y tristeza. También con mucha frustración porque no veo la solución. Frustración así mismo por la desinformación que envuelve esta situación. Creo que en primer lugar hay que destacar que el problema de los refugiados y desplazados no debe ser considerado un asunto político, sino humanitario, es una catástrofe humanitaria mundial. No somos conscientes de que son personas, y hay que concienciar a la opinión general de que estas personas que llegan intentando salvar su vida no son una amenaza para nuestra tranquilidad, nuestra economía o nuestros hogares. Es algo natural que ha sucedido en todos los siglos de nuestra historia y que ha pasado y pasará siempre; ahora vienen ellos pero anteriormente hemos ido nosotros. Hay que aceptarlo, respetarlo y ayudar en lo que podamos.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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