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Rodolfo Cortizo | Eva Valera Lasheras | La Pajarita de Papel | Harold Pinter
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Paldepa | La Pajarita de Papel
Pinter hace una gran pregunta que no se contesta, porque no se trata de resolver si no de formular y debatir y es lo que Cortizo y Lasheras hacen.
Rodolfo Cortizo y Eva Valera Lasheras ponen en pie 'CENIZAS A LAS CENIZAS' de Harold Pinter, con el intransferible y personalísimo sello de las producciones de La Puerta Estrecha.
Un espacio irreal, de una intimidad que aplasta por su densidad y su textura, dos actores enormes que arrastran al espectador a la oscuridad de la existencia de dos personajes que se hablan desde lejos y que no se acierta a averiguar si lo que tratan es de acercarse el uno al otro o si, por el contrario, lo que pretenden es buscar una excusa que por fin les permita desligarse o detrozarse. Las cadenas que los unen parecen estar forjadas por los años, la costumbre y la soledad. La realidad queda fuera, tras la ventana que da a ese jardín que los protagonistas evocan y que se erige como un respiro a la vista y al espíritu, en ese lugar que no se sabe dónde queda, de ambiente viciado y palabras quedas, silencios envolventes y recuerdos inventados.
Infidelidad y delirio se mezclan en un texto que alterna política e identidad, sin diferenciar una cosa de la otra, el horror de la guerra, la de la alcoba y la de la trinchera, los vagones llenos de miseria y los niños arrancados a las madres sin piedad: imágenes que circulan por el interior del personaje femenino de Rebecca que interpreta magníficamente Eva Valera Lasheras, dándole (como ya nos tiene acostumbrados) una dimensión caleidoscópica, ambigua y extraordinariamente rica a la personalidad de la protagonista.
Junto a Rodolfo Cortizo, que interpreta a Devlin, ha codirigido esta pieza que alcanza momentos de tensión extenuantes para el espectador, en una atmósfera de misterio e inquietud que lo dejan clavado en el asiento.
El misterio es el origen del deseo de conocer, de saber, de comprender y el personaje masculino movido por esa urgencia la interpela desde el comienzo de la representación. Pinter hace una gran pregunta que no se contesta, porque no se trata de resolver si no de formular y debatir y es lo que Cortizo y Lasheras hacen, ponen sobre la mesa todas las preguntas y juegan, juegan maravillosamente en la penumbra, en la que algunos momentos se cuela un rayito de luz, pero que finalmente vuelve al origen negro del que parte.
Frente a frente, los dos personajes, no logran entreverse, atisban no más al otro, la comunicación es imposible cuando el dolor atenaza al ser humano, cuando el horror del mundo se cuela en el corazón es posible que no haya regreso, es probable que no vuelva a existir la conexión. La soledad y la indefensión de la vacuidad del hombre que busca respuestas en la ilógica sucesión de acontecimientos que le circunda. La historia que hay detrás de una persona no es sólo lo que le ocurre a ella, sino todo los que acontece a su alrededor, antes y durante su vida. El personaje de Rebecca arrastra consigo esa memoria de innombrables hechos que interfieren y pugnan en su conciencia y a los que quizá nunca asistió.
La atmósfera se recrea en un salón burgués, dominado por el orden, la pulcritud y un aparente confort. Pero el aire se mastica, gracias a la tensión que ambos construyen. El uso de la luz es preciso y envolvente, gradualmente nos descubre el drama y posteriormente nos roba, gota a gota, la visión hasta devolvernos a la más absoluta ceguera, como si las figuras se diluyeran y pasaran a formar parte de un recuerdo poco nítido, entre la ensoñación y la pesadilla.
Una joya que la compañía La Pajarita de Papel representa en La Puerta Estrecha hasta final de junio, de jueves a domingo, a las nueve de la noche.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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