JUANMA CANTOS  |  Madrid, 05/12/2010

Daniel Domínguez e Israel Marco forman uno de los grupos más identificables de la escena independiente actual. 'Duat' (Limbo Starr, 2010), su último ep, y 'Cuchillo' (Sinnamon, 2008), su álbum de debut, así lo testifican. Llegaban los barceloneses a un Círculo de Bellas Artes que, debido a lo temprano de las horas y a la "autocompetencia" que la programación del Primavera Club originó en la noche del viernes 26, se encontraba medio vacío.

CUCHILLO demostraron que su directo es de "cinco estrellas". Buscaron la invisibilidad, la penumbra, las sombras, los flecos de intimismo en cada una de sus canciones, recogiéndose en el centro del escenario, arañando con la guitarra de Israel Marco el ambiente hogareño, tranquilo y apacible que propusieron. Apoyados en diversos tramos del concierto por uno de los componentes de Riverbranch, los catalanes atacaron temas como un 'Summertime in Sweden' delicadísimo, o un 'Black & White Numbers' algo más flojo y monótono. A lo largo de todo el concierto Israel Marco no paraba de juguetear con su pedal de loops para crear bases muy sencillas que se iban superponiendo y enrevesando hasta llegar a estallar, mientras su compañero Daniel Domínguez volvía a mostrar que es un batería finísimo, intuitivo a la hora de plasmar los ritmos y que, cuando tiene que golpear, golpea.

El último tramo de su concierto nos dejó un 'Come With Me' a lo árabe, fantástico, amplio en desarrollos, con reminiscencias de la psicodelia sesentera, y un 'Último silencio' largo y crepuscular que puso los pelos de punta y con el que cedieron el paso a los segundos en el cartel de la noche, los neoyorquinos THE HUNDRED IN THE HANDS.

El dúo compuesto por el guitarrista Jason Friedman y la cantante Eleanore Everdell mostró muy poco en su concierto. Pese a la innegable calidad de su guitarrista, que domina y tercia en el escenario, y a la también innegable atracción que produce su cantante, un auténtico "animal de escenario", el dúo hizo aguas en su propuesta, más cercana a la electrónica que al pop, precisamente donde más duele a un grupo electrónico: por las bases. Su disco homónimo -recomendable- editado por la casi infalible Warp hace un par de meses y que incluye temas tan redondos como 'Lovesick (Once again)' , 'Commotion' o 'Pigeons', tiene una factura mucho más cuidada y elegante que lo que se pudo escuchar en su directo. En concierto llegaron a mostrarse facilones, las bases sonaron "cutrecillas" y la suma de lo grabado más lo interpretado en vivo resultó sin pegada ninguna. Y mucho más cuando el sonido no acompaña: acoples, una voz que casi no se oye... No fue su noche. Y eso se notó en la apatía de los presentes en casi todo el concierto. Sólo al final quedó un resquicio para esperar a futuras comparecencias del dúo. Su disco, como digo, merece y promete bastante más en directo.