JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 16/11/2010

Si hay un territorio donde las donas y madonas reinan es el jazz vocal, espacio donde apenas unos cuantos varones aportan la cuota de género, y ha querido el destino que uno de estos escasos cantantes masculinos de jazz sea de Granada, cante aquí y sea un placer escucharlo, porque a pesar de ser escaso, el jazz cantado por hombres tiene un plus de elegancia y distinción especial casi de etiqueta.

JULIO FALERO ha tomado el testigo de los grandes crooners del ramo, sin los aspavientos y ni su grandilocuencia personal o social, sino más bien desde la verdadera admiración por el jazz más untuoso y swingueante. En los conciertos añadidos al programa del Festival de Jazz de Granada actuaba Falero y su trío en Fusión-Pasión, apretados en un escenario mínimo como en los clubes de toda la vida y bajo una gélida luz azul del neón de la postmodernidad. Tras un vistoso panel luminoso con su nombre, Falero tiene banquillo para su grupo ya que no da dos conciertos con igual tropa, en este caso contando con Julio Pérez, José María Pedraza en el piano y Joan Massana en el bajo. Él, prefirió aportar la suavidad más bien rasgueada de una guitarra con la firma de Joe Pass en vez de la soledad del banqueta solista.

Falero no es de voz atronadora ni de finales apoteósicos a lo "newyork, newyoooork"... de diez minutos, sino más bien del 'My foolish heart' que se mueve cercano y templado, con susurro de mesilla de noche, con ese calorcillo de lo que se hace con amor y vocación. Dedicación a una música que no por tener ya marco de museo ha perdido vitalidad ni capacidad de conmover, escuchar estándares inmortales como 'Cry me a river', ese 'It's only a paper moon', que pasa de Ella (Fitzgerald) a él, Falero, 'Lullaby of birdland', 'Yardbird suite', o la siempre animosa 'Route 66', sigue siendo todo un placer. Son pocos, pero excelentes.