JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 27/05/2010

Siendo justos, la ministra Aído debería promover una cuota de género en el jazz cantado, pero a la inversa, ya que la inmensa mayoría de los que cantan jazz son mujeres. El granadino JULIO FALERO es una excepción en un mundo casi sin competencia desde que la tropa del Rat Pack (Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis, Joey Bishop...) dejaron el micro casi vacante. Hoy jueves 27 (22h), el elegante Falero y su grupo estarán en el Pícaro de Granada en un concierto donde se debiera exigir etiqueta para entrar.

- Usted es de vocación... ¿tardía? ¿Cómo notó la llamada del micrófono?

- Bueno, en realidad no tanto, ya que con 15 años ya hacía mis pinitos, pero era clave de rock, claro. Luego a los 19 tuve la suerte de hacer unos bolos con Glen Macdonald, un fantástico saxofonista canadiense que llegó a principios de los 80, fue en ese momento cuando descubrí que Frank Sinatra o Tony Bennett no eran en absoluto tan carcas, como se supone que debe opinar un rockero. Y tomé la determinación de que algún día andaría ese camino, que se ha retrasado por otras circunstancias.

- ¿Por qué hay tan pocos varones en ese oficio?

- En general abundan más las mujeres que los hombres, es cierto. Y creo que la razón es bien simple y algo machista: una mujer en el escenario se vende mejor. Del mismo modo podríamos plantearnos por qué los instrumentistas de jazz y música moderna en general son en su gran mayoría hombres. Pero lo de España es especialmente llamativo porque el jazz no llegó a calar en su momento debido a que durante la era dorada de esa música, los años 30 a 50, aquí estábamos entretenidos jugando a ser españolitos del régimen, adeptos a la copla por imperativo legal.

- ¿Se siente solo cantando jazz?

- La verdad es que no. El público se muestra muy receptivo ya que esto de ver a un hombre, en directo, no en la tele, cantando jazz les resulta algo nuevo y curioso y creo que engancha bien.

- ¿Le gustaría haber vivido la etapa de los grandes crooners?

- La verdad es que es unas de mis grandes fantasías. Soy un gran admirador de esa estética, la de los 40, con las grandes orquestas y las salas de baile llenas de público elegantemente vestido. Me hubiera encantado. Hace poco tuve ocasión de poder hacerme una idea, salvando las distancias, en Barcelona, en la sala Apolo, donde cada último domingo de mes la Big Band de la ciudad da un concierto en un ambiente de aquella época.

- Y ya puestos a soñar... dígame la orquesta que le gustaría tener detrás.

- Bueno, si soñamos, pues una de las de la época, la de Louis Armstrong creo que valdría bastante bien. Pero si bajamos a la tierra, la verdad es que Granada tiene una maravillosa Big Band que, bueno, espero que pronto se haga realidad ese sueño.