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"Toda Latinoamérica es muy agradecida para el rocanrol, y hay mucho más respeto por la música que en España: allí a los artistas se les perdona todo".
Con QUIQUE GONZÁLEZ llegó al mundo del rock, de autor en su caso, un espíritu diferente, de sana camaradería, compañerismo y de explícita admiración a sus mayores; y es que él es un profesional de los claroscuros. Ha defendido su libertad contra viento, medios o los sacamantecas habituales del mundillo musical, y el tiempo le ha dado la razón: es posible la vida fuera de las reglas habituales de la música. Sus canciones hablan de eso, del precio de la libertad, personal, creativa o relacional, contadas en cinematográficos claroscuros más bien tirando para la penumbra. Es la segunda vez que trae en un año por Granada su 'Daiquiri Blues', su disco americano, y será hoy sábado en el Coliseo de Atarfe.
- Las primeras veces que tocó por aquí se bajó del escenario para preguntar a la gente si le había gustado... ¿sigue haciendo amigos?
- De momento sí, después de tocar me gusta ver a la gente para intercambiar impresiones.
- Por cierto que en el "besamanos" del último bolo (en palabra de Sabina, las salutaciones posteriores a un concierto) estaban Lapido, Miguel Ríos, Víctor Sánchez... ¡Qué lujo!
- Pues sí, han sido dos maestros para mí. Creo que Miguel es una leyenda viva y de Lapido... puede ser la persona de quien espero canciones con más ganas... (risas) y en esa situación me puse nervioso y se me olvidó su letra (risas) ¡pero no me ha vuelto a pasar más!
- Eso de esperar... supongo que no lo dirá porque le iba a dar una canción y...
- Pasó, pasó, me la había prometido para el disco anterior, pero cuando me metí a grabar no había terminado la letra y al final la sacó él; pero de José yo sigo esperando.
- Eso de "sigo esperando" le ha quedado muy "Cero".
- (risas) Sí, es verdad.
- Y hablando de gente de Granada: Miguel, José, de Luis García Montero también ha hecho canción... ¿cuándo se viene a vivir aquí?
- Ahora lo tengo difícil porque me he mudado a Cantabria... pero cuando alguna granadina se empeñe... o yo me canse de brumas y nubes seguro que puedo aparecer, porque, además, cada vez que he ido me lo he pasado muy bien, tengo muchos amigos, y siempre ha llamado la atención el gran ambiente musical de la ciudad, una escena importantísima en toda España. Hay muchísimo talento y gente muy divertida... (risa) si sigo hablando así casi me voy ya (risa).
- Le hemos visto en casi todos los formatos, solo y en compañía de otros (parafraseando a san Miguel), ¿cuándo le pide el cuerpo hacer una u otra cosa?
- Normalmente cuando me saturo de algo intento cambiar ya que tengo la suerte de poderme manejar bien de muchos modos, e incluso, como en los conciertos de ahora, intento combinar estas posibilidades para no caer en la rutina.
- En un medio tan cainita como el de la música hay unanimidad: todo el mundo habla bien de usted, ¿cómo se consigue?
- No puede ser que le guste a todo el mundo, pero es verdad que gozo del cariño y el respeto de muchos compañeros y es un honor, es un premio en cualquier profesión que tus colegas a los que admiras hablen bien de ti. Y no es cuestión de ego sino de seguridad y confianza. Pero vamos, supongo que habrá alguien también al que no le guste.
- En un momento dado usted se levantó del tapete para montarse su partida propia, paradójicamente tengo la impresión de que consiguió en esa época el grueso de sus fans más fieles de ahora, ¿fue así?
- Creo que la cosa ha sido paulatina, y es cierto que la primera vez que me fui de la partida al menos no perdí gente, incluso noté que hubo gente nueva que se me acercó entonces. Nunca he sido un tío de éxito masivo pero sí sé que conservo a la gente de una temporada a otra.
- ¿Nota el suma y sigue?
- Sí, cada año es más y si no en cantidad desde luego sí en calidad. Y siendo un perfecto "outsider" que no frecuenta los medios mayoritarios es casi milagroso.
- Ahora que Fito le ha subarrendado a Carlos Raya, usted se lo hace con Al Perkins... ¿para dar celos?
- Es un honor hacerlo con cualquiera de ellos, Carlos es como mi hermano mayor con el que he hecho seis discos... cambiar de pareja creo que de momento nos viene bien a ambos (sonrisa). Y de Perkins qué puedo decir... que él ha hecho algunos de los discos que más me han marcado y tenerlo al lado tocando en mis canciones ¡ufff!... es un privilegio.
- Siempre busca manos derechas de tronío, también hay que citar a Gwynn, a Pedreira... ¿tipos así son un guardaespaldas en el escenario?
- Cada uno en un grupo adopta un rol, y yo, aunque sea solista, he buscado el concepto de banda, de equipo, de piña, y todos los que han tocado conmigo son enormes músicos; ahora está en el grupo el hermano de Carlos, Mario, que tiene el "gen raya" total. Es importante tener gente de confianza, que te vuelvas y tengas esa seguridad. Otros preferirán gente de alquiler, pero yo necesito eso, guardaespaldas.
- Ha estado haciendo conciertos con el escritor Kirmen Uribe, ¿ha conocido los mix de Coque Malla y Benjamín Prado o los Andrés Newman y Juan Trova?
- No los he visto pero por lo menos los de Coque y Benjamín me han dicho que fueron muy buenos. Kirmen es un tipo muy talentoso y una gran persona, en Madrid hicimos algo juntos y conectamos muy bien. Salió bonito y vamos a seguir haciéndolo; para mí es muy interesante porque es otra posibilidad más y diferente.
- La última vez que hablamos me dijo que le gustaría desembarcar en Hispanoamérica, en Argentina, la patria del rocanrol en español o Cuba, la tierra de Kid Chocolate.
- Hombre desembarcar, desembarcar... eso lo hace Bisbal, yo tengo que ir poco a poco, con el boca a boca, haciendo garitos. La última vez que fui incluso había más gente debajo que en el escenario, y eso es un buen síntoma. Es difícil porque mis discos no salen allí y no hay una continuidad. Pero toda Latinoamérica es muy agradecida para el rocanrol, y hay mucho más respeto por la música que en España: allí a los artistas se les perdona todo. Siempre he pensado que si Miguel Ríos hubiese nacido en otro país sería un personaje mitológico, no real.
- Por cierto, esa canción (la del boxeador Kid Chocolate) llevo tiempo sin oírsela, como 'Cuándo éramos reyes', excelente crónica de juventud perdida como 'Fuimos chicos rebeldes' de La Granja o 'Cuando fuimos los mejores' de Loquillo, ¿el tiempo le distancia de algunas canciones?
- Sí y la pena es esa, suena demasiado joven y me resulta difícil ahora recrearme en escenas de juventud, el espíritu de la canción me gusta pero la letra me parece mejorable... tengo que reconciliarme con algunas de mis propias canciones.
- Casualmente he sacado sus discos y los tenía puestos en la "G", entre los de Pablo Guerrero y La Granja; pero bien pensado, usted anda casi por la mitad: tiene la poética del primero y el adusto tono de secano gringo de los otros, ¿está de acuerdo?
- ¡Joder, qué honor! La Granja es un grupazo, y Pablo Guerrero es una leyenda, un tipo con una sensibilidad muy grande y con el que he tenido un gran y afectuoso contacto. ¡Que nivel hay en el estante del "G"! (risas).
- Lo de 'Daiquiri blues' parece una contradicción: ¿blues negro con ron blanco y azúcar blanco?
- Es un poco "mentirita" (risa) como el cubalibre (así se le llama al cubata en Cuba, porque no es libre), es un trago agridulce como la vida que llevamos. Siempre digo que daiquiri alude a una imagen feliz de paraíso tropical, pero que cuando celebramos algo hay un punto de tristeza por debajo, así como si estamos melancólicos hay también una sensación placentera. Es como la vida misma, otra mentirita.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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