JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 20/10/2010

Cerca de dos años ha invertido la cantante CELIA MUR en la elaboración de 'Simpatía', su tercer disco, una producción internacional trabajada entre España, Inglaterra, Estados Unidos y Suiza. También ha tardado en estrenarlo por aquí, y ha tenido que ser la socorrida programación itinerante de la Junta la que lo acerque en directo por primera vez a un escenario granadino. Ya nos vale.

La cantante granadina, ahora residente en Madrid tras pasar por Valencia, Barcelona y Nueva York, ha hecho un homenaje a su padre, también compositor, en este proyecto a través de sus canciones viradas hacia el jazz; una idea que ya esbozó en su segundo disco 'Las flores del mi vida' y adopta en su tercera entrega como titular. La decisión no es fácil porque el jazz en castellano sigue pereciendo extraño al oído (¡no suena igual cantar "no mires atrás" que "don't look back"!) y, curiosamente, cuesta acomodarse (¿o debo decir desprejuiciarse?) más a la palabra cantada en el idioma de Cervantes que a la misma melodía hecha con un instrumento, pongamos como ejemplo el magnifico "toro enamorado de la luna" de Chano, que imaginarlo cantado en jazz da hasta escalofríos. Sin embargo, al rato, Celia con excelentes maneras consigue vencer las reticencias y que las partes de jazz suenen a jazz del bueno, y las otras también, inaugurando un espacio propio, la "coplajazz" o algo parecido, y cien por cien "export".

Celia ha templado sus maneras ganando en mucha calidez en este tiempo de ausencia, y ha crecido una barbaridad en expresión dramática, así las canciones ya las actúa casi más que entonarlas, y eso seduce, embauca y las hace llegar, al margen de estereotipos y juicios previos. Y también reparte mucho juego, para que sus acompañantes tengan qué tocar, sea el elegante pianista sanroqueño Juan Galiardo, el contrabajista Toño Miguel, la robusta batería de Marc Ayza (uno de los escasos baterista que titula su propia banda) y el siempre placentero metal soplado del titánico tenorista gaditano Pedro Cortejosa como invitado. Una formación que sonaba a ya hecha y no a equipo improvisado, y que vuela sola tanto como arropa la templaza arrobada de su cantante.

En lo escuchado llama la atención la adaptabilidad de la lorquiana 'Tres morillas' que interpretó (¡la misma que acaba de hacer en "Americana" la estadounidense Josephine Foster!), como su excursión por un Brasil con una "retrosaudade" a fado que le sienta muy bien a su voz. 'I have dreamed' fue la concesión a los estandarazos, por lo del precio de los peines, cerrando su concierto con la canción que nomina el cedé, de deslizante cadencia carnavalesca, un piano velocísimo, algún guiño a la Purim y, por fin, la burbujeante Mur "escateadora" que teníamos en la memoria. Simpatía es poco: ¡Alegría es lo suyo!