JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 18/10/2010

El arranque de la programación internacional del Planta Baja no ha podido ser más imponente, si el jueves The Brew ponía el listón altísimo, el viernes la estadounidense EILEN JEWELL (con su brazo derecho, izquierdo y central Jerry Miller) subrayaba que la veterana sala granadina abre temporada por la parte muy alta. Uno no se imagina a la delicada Eilen dándose a la noche granadina como tantas otras gringas becarias que recorren nuestras madrugadas en plan 'Tesis de Nancy' feroz, pero prometo que desde ahora uno las mirará con otros ojos previendo que en nada puede costar 30 euros el siguiente encuentro.

De entre la plaga de señoritas (y señoritos, ministra Aído) que han hecho del neocountry folk/pop (en fin, la "Americana") su oficio formal, esta chica destaca por una curiosa bipolaridad: si en disco resulta estremecedora ('Sea of Tears' es un bellísimo ejemplar de una emotividad casi traumática), en directo contagia simpatía, dulzura y frescor. Se deshizo en elogios a la ciudad donde pasó unos meses en su primera juventud (leer la entrevista que publicamos el pasado sábado) y además tuvo la deferencia respetuosa de dirigirse al público en su imperfecto y voluntarioso español, algo que el público le agradeció con muletillas, risas compartidas, y apoyos verbales, un detalle excepcional entre los gringo/as que tiran de dólar e inglés como si visitaran las colonias. A Eilen le falta un hervor y algo de pimienta, sobre todo si se mira en el espejo de su querida y doliente Holiday, y queda lejos del ataque de la brutal Imelda May, a cambio derrocha candor y fragilidad. Los tiros pegados los pone su guitarrista Miller, un histórico del rock californiano con las cachas llenas de muescas, habilidoso por el mástil, pero sobre todo con más sabor que una pastilla del caldo de pollo de Nashville; "un honor" dijo ella, y un placer para los demás.

La Jewell se situó entre el country y el rock and roll, reclamó luz para la bola de espejos en las lentas y alternó la guitarra (firmada por su admirada Loretta) con el micro, armónica y las maracas. El aroma a madera de John Sciascia aportó nocturnidad de club y naturalidad al trío, mientras que al fondo, el baterista ("ojo, es mi novio", advirtió a las damas de la primera fila por si...), hizo de la austeridad arte. Picotearon por el blues rubio y de piel blanca, se asomaron al rockabilly, recordaron a su admirada Lynn (con 'First city' y 'You wanna give...') y, ciertamente, Eilen puso el vello de punta con algunas de piezas de 'Sears of tears': 'Sweet Rose', o 'The Darkest Day'... dejando para el final la apoteosis del 'Shakin' all over' de Johnny Kid y Them, genuino r&b sixtie, para terminar en el mismo tono por Yardbirds, como recordando que a la misma hora en La 2 eran también los protagonistas musicales de la mítica película 'Blow Up' de Antonioni. En dos palabras, un concierto "pre" y "cioso".

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