JUANMA CANTOS  |  Madrid, 09/10/2010

Los de Bristol deslumbraron en su día con discos enormes como su debut, 'Blue Lines', o el imprescindible 'Mezzanine'. Ahora, el dúo compuesto por Robert del Naja -quien parece haber tomado definitivamente el protagonismo del grupo en escena- y Grant "Daddy G" Marshall regresa con 'Heligoland', sin ser ya ese grupo radiante que estaba en la avanzadilla de la música que vendría tras ellos, abriendo el paso. A día de hoy, el dúo ha mutado, o, mejor dicho, ha madurado, hacia una especie de grupo de pop-rock vanguardista y electrónico para adultos en el que, marca de la casa, no se esperan estridencias ni subidas y bajadas en plan kamikaze que pongan a saltar al público. Lo suyo no es una propuesta "rompepistas", ya se sabe, sino algo más intimista que intenta atrapar por absorción al que lo escucha.

Lo cierto es que el Palacio de Vistalegre no se llenó, y que la mayoría de los que allí estábamos superábamos los treinta años, elementos más que evidentes para observar que unos y otros, público y músicos, hemos madurado hacia algo menos "a la última" y más "para todos los públicos".

Aparte de canciones de su nuevo álbum, que para nada fue lo que centró el concierto aunque sí su primera mitad, sonaron temas imprescindibles de la carrera de los ingleses como 'Inertia Creeps', 'Angel', 'Teardrop' -con una entonadísima Martina Topley-Bird-, y se dejaron caer ecos jamaicanos, aunque poco evidentes por el enmascaramiento psicodélico y electrónico de la propuesta actual de Massive Attack, sobre todo cuando tomó el centro del escenario el cantante Horace Andy, "devorado" -y fue una tónica general de todo el concierto- por las fantásticas proyecciones y los juegos de luces que terminaron por centrar la atención de los presentes hacia lo visual y menos hacia lo sonoro. Deborah Miller fue la tercera de las voces que protagonizaron el concierto y resaltó sobremanera en 'Unfinished Sympathy' o 'Safe from harm', ambas del 'Blue Lines'.

Pese a que el concierto resultó elegante y plenamente disfrutable, le faltó "punch" en los graves, algo más de potencia en la "P.A." y se basó sobre todo en la puesta en escena, armada en los mensajes lanzados en las pantallas, entre números, dígitos en binario, figuras móviles, frases en castellano, datos -a modo de denuncia- comparativos de la economía, las libertades o el nivel de vida de varios países, mezclados con mensajes frívolos sobre Belén Esteban, Christina Aguilera o Tiziano Ferro.

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