JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 17/07/2010

La historia siempre es escrita por personas que muy pocas veces presenciaron lo que cuentan, en el caso del veterano pianista (1934, Dallas) él si estuvo allí, y en casi todas las ocasiones siendo protagonista indirecto tras un piano que ha acompañado a todo el que ha sido algo en el mundo del jazz en la segunda mitad del siglo XX. Tras ser miembro de la mejor formación de los Jazz Messengers, CEDAR WALTON inició una carrera como pianista "por libre" que le ha llevado a aparecer en centenares de grabaciones y ¿miles? de actuaciones. Le escuchamos hace 25 años junto a Milton Jackson en el Auditorio Manuel de Falla, y esta noche repite fórmula junto a otro vibrafonista de raza, Bobby Hutcherson, en el concierto inaugural de la vigésimo tercera edición del festival Jazz en la Costa.

- Viene en esta gira con Bobby Hutcherson. Vibrafonistas y pianistas se han frecuentado mucho, ¿son instrumentos hermanos?

- Sí, ambos tienen la misma estructura. Puede que el piano sea el gran hermano, el primogénito de la misma familia; no son gemelos pero llevan la misma sangre en sus venas, por eso son compatibles y suelen darse muy a menudo actuaciones de pianistas y vibrafonistas juntos, ambos hablamos el mismo idioma.

- Ustedes son de una generación en la que se aprendía tocando en giras, ahora los músicos jóvenes aprenden en escuelas y universidades, ¿con qué tipo de jazz se queda?

- Me gustaría decir que sólo hay un jazz. Ahora los intérpretes jóvenes tienen la estupenda ventaja de poder estudiar jazz, lo que les permite encontrar una dirección muy temprano, algo que a nosotros nos costaba casi media vida. En mi tiempo aprendías en la carretera, estando encima del escenario todas las noches, y aprendías incluso del hecho de tener que pagar por lo que hacías. Sin embargo, si hay que dividir en dos tipos, mi favorito es sin duda el de las giras, qué remedio, es mi vida.

- Pero de alguna manera... al cabo de los años, la lista de músicos que fueron unos "messengers" de Art Blakey es inmensa... ¿Era casi como una academia?

- En un nivel superior, funcionaba como una "academia" porque hubo una gran rotación de músicos. Art Blakey nos animó a ser líderes, y nos enseñó muchísimo desde un montón de puntos de vista. Sin embargo, en un nivel más pequeño, cada grupo tenía su propia identidad en cuanto a música e interacción, así que fue una experiencia muy individual. Lo cierto es que no parábamos de tocar y siempre que había un hueco libre , sabías que Arty te iba llamar porque había conseguido un concierto.

- Usted formó parte del equipo de la Blue Note, ¿cuál era el secreto de esa compañía para ser un mito?

- Resulta paradójico que nunca fui miembro de Blue Note, pero sí trabajé frecuentemente como músico de sesión para la compañía. Fui, y le debe ser familiar la situación porque hay muchos periodistas en la misma condición, un "free-lance-fijo". El secreto de la Blue Note es que tenían una agenda rutinaria más allá de la repetición de lunes, martes, miércoles y después grabación los jueves y viernes. Eso aseguraba que todo el mundo se conociera y facilitaba el trabajo con el material y con otros músicos.

- Donde si es fijo es en Village Vanguard, ¿cómo llegó?, ¿alguna noche memorable?

- Desde los años sesenta toco allí, he sido acompañante fijo y ahora solista en navidad. Me parece recordar, porque ha pasado mucho tiempo de aquellos primeros conciertos, que los hacía con Billy Higgins, Sam Jones, Abbey Lincoln... y no puedo olvidar una noche en la que entre el público estaba Miles Davis con Jack Dejohnette... otra con Freddie Hubbard, Ron Carter y Lenny White de la que salió un disco... es mi segunda casa, y esas dos semanas en navidad son como unas vacaciones. ¡Mi mujer llamaba a la gerencia del Village y pedía que me dieran una pensión...! (risas)

- También fue de los primeros en venir con frecuencia a Europa. ¿Qué diferencia el circuito y el público de aquí con el estadounidense?

- Es muy sencillo, en los 60 el público europeo sabía más de jazz.

- ¿Y ahora?

- Ahora es lo mismo.

- Querría pedirle sus recuerdos sobre la grabación del histórico disco 'Giant Steps' de Coltrane en la que usted participó...

- Para mí, él era Dios. Tocaba a la perfección y practicaba todo el rato, incluso durante los intermedios. TODO el rato. Su técnica era perfecta, su tono era perfecto, su composición era perfecta. Yo toqué en una parte del disco que en realidad se montó después de que él falleciera.

- Ahora que han salido muchas mujeres jóvenes cantando jazz, usted que ha sido un fiel acompañante de muchas de las voces clásicas, ¿qué tiene que tener un pianista ser un buen acompañante?

- Tienes que saber escuchar, ser un buen oyente, hacer a la vocalista sentirse libre para cantar las notas que quiere cantar, y dejar claro que tú también estás disfrutando. Dos buenos ejemplos de cantantes y acompañantes son Billie Holiday/Art Tatum o Dinah Washington/Wynton Kelly. Cada uno de ellos, acompañante y cantante, ejecutan la canción con libertad, como quieren y fluyen juntos.

- La primera vez que vino usted a nuestro festival, hace 25, fue con Milt Jackson, otro vibrafonista. ¿Qué tendrán en común aquella noche con la de ahora?

- Aquella vez Milt Jackson era el más grande. Ahora Bobby es el más grande. Eso es lo que estas dos experiencias tienen en común.

- Y la primera vez que lo hizo Bobby Hutcherson fue también con un pianista, con Tete Montoliu, ¿le conoció? ¿Conoce algo del jazz que se hace en España?

- Sí, le oí y me pareció que era genial, una extraordinario pianista que llegaba de una país remoto que no siempre podíamos poner en el mapa, ¡era uno de los grandes milagros del jazz! Pero aparte de eso, no conozco más jazz hecho en España. Debería, pero no... excúsenme, prometo solucionarlo en breve (risas).