JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 06/07/2010

Tras el recorte de proporciones obligado por las circunstancias, no sólo se cambió la plaza de toros por el collejo auditorio de Atarfe, sino, y esto es la mayor pena, también desaparecieron del programa Los Coronas, que con Arizona Baby en otras ciudades han acompañado la gira del veterano (no tanto por edad sino mentalmente) CHRIS ISAAK. Afortunadamente la cercanía es algo que sabe usar en beneficio propio este californiano que rememora en fondo y forma los tiempos lejanos del rock and roll, denominación de origen Sun por lo menos, incluso hasta más que el talludo y ahora escritor Loquillo. Porque, aunque la fama le llegara como estimable (y sobón) baladista, es un rocker desde la punta de las botas hasta la del tupé (más bien un genuino flequillo "Arriba España"), acaso el último de su especie.

Y también americano, en el sentido más gringo del término, y ejerce, combinando como solo saben los inventores del "Entertainment"a partes iguales espectáculo y concierto hasta casi montar una agradable noche temática donde, sin Los Coronas, no había que imaginar mucho para ver a una lado el ectoplasma de un Elvis ya atocinado y vestido de árbol de navidad y al otro a un doliente Roy Orbison de negro con bordados en plata. Y en medio él, la voz de uno en el envase del otro, con su cara de guapo boxeador sonado y su Gretch blanca, un traje color vino tinto con centelleantes pespuntes de estrellas. A pesar del punto kitsch, tan elegante, tan señorial, tanto que incluso podría pedir la mano en matrimonio de su novia y llevarse también la de su suegra.

Las 600 entradas del Medina Elvira se le quedaron grandes en cifra (exáctamente 215 cabezas había), pero no en categoría, ni en saber estar. Queda claro que quien tuvo (y pidió prestado a sus ancestros), tiene, retiene y goza con ello. Y da gusto verlo. En el escenario una banda de años con un magnifico entendimiento musical y personal que se traduce en bromas, sorpresas, gracietas y chascarrillos que aligeran cada noche. Y adelante, un tipo que tan nació para esto que sino hubiese sido cantante no hubiese podido hacer otra cosa en este mundo. Genio y figura, percha de rock and roll (para People una de las 50 personas más guapas de 1990), tiene estilo incluso cuando se baja del escenario para cantarle un "love me tender" a una chica (y uno recuerda en sus intenciones aquella traducción libre de "amor tiéndete") o saca su lastimero e impostado falsete pidiendo piedad. Con más pena si cabe desde que le robaron una guitarra exclusivísima en el Azkena hace unos días, (por cierto que dan 2000 euros por tener noticias de ella, ¡más de lo que cobra un "telonero" al uso!).

Para el gran público, Isaak roza el concepto de "one hit wonder", está claro que por el, de tan crepuscular casi terminal, 'Wicked Game', con sus lastimeros aullidos (que, por cierto, clava), pero en tan larga carrera abundan los temas de igual enjundia, hay estimables detalles en 'Lonely with a broken heart', 'Silvertone' o 'Dancin, Dancin', nada más llegar en un programa similar al de su disco indirecto, con añadidos de su reciente y continuista 'Mr. Lucky'. Igual que ya no quedan Norton's, Bultacos, ni Cadillacs del 64, tipos así tampoco.