JUANMA CANTOS  |  Madrid, 25/05/2010

Fantástico concierto el de LANGHORNE SLIM el pasado viernes en la sala Moby Dick de Madrid. El cantante y guitarrista natural de Pennsylvania firmó, en su primera aparición en directo en nuestro país, un concierto para enmarcar, en el que, tras dos horas de intensidad brutal (no hace falta hacer ruido ni usar distorsiones para ello, las canciones son lo que convencen), arropado por una fantástica banda, salió "por la puerta grande".

Trayendo toda la tradición musical estadounidense hasta nuestros días, Langhorne Slim se mueve con facilidad entre el country, el hillbilly, el rock'n'roll primigenio, el nuevo folk, algunos toquecitos blues... brindando canciones redondas, cargadas de letras profundas y realmente bien compuestas. Un auténtico lujo de cantante y guitarrista que se ha sabido rodear de una banda radiante, como lo es su líder. Un contrabajista como Jeff Ratner, de finísima digitación, que sabe aportar tensión cuando el momento lo requiere; un banjista como David Moore, quien, a pesar de su "pachorra" cara al público, se mueve por entre los trastes de su banjo con maestría y velocidad, dejando notas festivas que endulzan la propuesta de su líder; y un baterista como Malachi DeLorenzo, que le pega fuerte, pero fuerte de verdad, a las baquetas y a las escobillas, otorgando intensidad al conjunto en los momentos de "subidón" y que acompaña con dulzura en los momentos íntimos.

En serio, el concierto de los americanos en la Moby Dick ha sido, sin lugar a dudas, uno de los mejores de la temporada en la conocida sala madrileña. Un lujo al que no más de cincuenta afortunados tuvimos la oportunidad de asistir.

Langhorne Slim comenzó fuerte, presentando su -hasta el momento- último trabajo, 'Be Set Free', con la canción que le da título y con uno de los temas más adhesivos de él, 'Say Yes', o con la radiante 'For A Little While', con una naturalidad aplastante y alejándose de topicazos y ñoñerías pseudofolkies de algunos de sus coetáneos. Y, claro está, captó con facilidad a un público al que ya se había ganado de antemano. Y es que la mayoría de los presentes cantaba -o gritaba, hablando con propiedad- cada una de las canciones que dieron inicio al show. Slim y su banda se sintieron pronto bien respaldados y, sin dudarlo, en una acción muy inteligente por su parte, cogieron parte de los bártulos del escenario y se bajaron al público, entremezclándose con los presentes, para regalarnos una extensa segunda parte totalmente acústica.

Ya entre el público la cosa tomó un desarrollo vibrante, con un Langhorne Slim cediendo el protagonismo vocal a los presentes en la coral 'Cinderella', su single, para conseguir terminar de arrancar a los menos propensos a la simbiosis grupo-público. De ahí al final, una comunión total en la que los músicos se sintieron comodísimos, hablando de tú a tú a los que les rodeaban, bromeando con ellos, intercambiando complicidad... lo que propició que los cuatro extendieran el show hasta las dos horas cargadas de temazos como 'Restless', 'So Glad That I'm Coming Home', 'Colette', 'And If It's True', 'Hello Sunshine'... Lo dicho, para enmarcar.