JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 12/05/2010

REVÓLVER es un valor seguro que ha sabido trazar la curva del tiempo con su propia gente, fiel y exigente, que sigue al cantautor alicantino en cada paso que da. Aunque Carlos Goñi cambió esta vez la solemnidad del Palacio de Congresos por una local sospechosa de nocturnidad, nada más encanalló su concierto, ni guitarras eléctricas hirientes o percusiones desatadas sonaron en la Copera, ya que lo que Goñi trajo para estrenar en Granada sus '21 gramos', el peso que dicen tiene el alma, fue un cuarteto acústico en línea y en forma. Algo menos de un millar de personas, en paridad completa de ellos y ellas, se desplazó para escuchar este concierto, y más, para participar, porque buena parte de ellos y ellas entraron en el juego del diálogo que tan bien maneja el levantino. Dejando aparte ese "si tú quisieras y yo me dejara" que rendida le arrojó a los pies una espectadora, Goñi es una garantía absoluta de buen nivel de comunicación, hágalo como lo haga. Sea con grupo o sin él, con voltios o a pelo. Son muchos los tiros ya pegados al cabo de tres décadas para que su revólver no haga blanco en mitad del pecho. Y si además el público se deja, pues mejor todavía, porque es de los que disfrutan con el masaje de los aplausos en la espalda y puede llegar a las tres horas de concierto.

Así de tú a tú, cuenta y canta, cuenta los entresijos de cada canción, reflexiones compartibles por su accesibilidad llana, nada de hermeneúticas filosofales de calado existencial, lo mismo que ocurre con sus historias. Pocos como él para sacarle rendimiento a la poética del amor, siempre con una convicción melancólica de esa que a algunos les arrebata los 21 gramos de alma (para otros simples redundancias epidérmicas, que de todo hay). Pero sus estribillos apasionados y su afectación han creado carácter, y todos los presentes se saben las letras hasta el punto de cantar los generosos espacios que les deja su autor. El sonido del grupo (Cuco Pérez, Manuel Bagües y Julián Nemesio) barniza de cuerdas fronterizas casi todo le repertorio, elegido al azar (y del cuaderno de las letras, que 30 años no pasan en balde para nadie) esquivando peticiones obvias y haciendo canciones al azar entre el múltiple libro de piezas de su autoría; por cierto, en la introducción de 'Clarisa' descubrió Goñi, además, unas notables habilidades solistas.

Una vez más desde aquel Zaidín en que salió aclamado, y del que siempre dijo que le sirvió para confirmar el buen camino de su recién desenfundado Revólver, Goñi ("¡ese Carlos, ese Carlos, ese Carlos!", para los amigos) se vació para su gente, porque se sea de su cuerda o no, es indiscutible que Goñi a cambio de la entrada da siempre todo lo que tiene, en transpiración corporal y gramos de alma.