JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 31/01/2020

Escaso de ver por Granada, donde casi más veces hemos escuchado a su hermano Daniel, JORGE DREXLER viene ahora en la misma forma que lo hizo por primera vez, abriendo un concierto para Sabina: solo y con su guitarra. Si bien es cierto que en el concierto 'Silente' lo hace amparado por una producción muy refinada técnicamente. Un concierto unipersonal, con el silencio como materia prima y marco para la comunicación tras una gira de un año largo y más de cien conciertos en diecisiete países ante cincuenta mil espectadores. Tras la gira del disco 'Salvavidas de hielo', nominado a los Grammys y premiado con tres Latin Grammys a mejor álbum, toca silencio y recato. Será en el Palacio de Congresos hoy viernes 31.

- ¿Silente?... Acudiendo al refranero español: ¿el que calla otorga?

- No necesariamente. En nuestra cultura tenemos una visión negativa del silencio, como si fuera una entidad pasiva. Por el contrario, yo veo que evidentemente el silencio es un arma muy poderosa en muchas disciplinas. En este mundo de sobredosis de información y narcisismo, saber estarse callado es de sabios.

- E hiperbólicamente, citando a los clásicos (Paul Simon): "Dios siempre habla con los sonidos del silencio"...

- No sé cómo habla Dios, la verdad. Ni si lo hace. Lo que sí le puedo decir es que hay pocas cosas tan elocuentes como el silencio. Y en la música, es la materia prima, el sustrato de todo sonido.

- Una pregunta doméstica: ¿Dónde tiene colocado el Óscar?

- En una estantería, en mi estudio. Intento que no se vea mucho, especialmente cuando tengo que escribir. Los premios hay que agradecerlos, celebrarlos con alegría y luego alejarlos del campo visual.

- Otra técnica: ¿Ser médico le ayuda a diagnosticar las alegrías y las penas del alma?

- Durante mucho tiempo pensé que había perdido el tiempo pasando diez años de mi vida aprendiendo medicina, pero luego me di cuenta que me había dado una visión del ser humano que era una herramienta maravillosa. Nada enseña más de un sistema (en este caso el cuerpo y la mente) que aprender cómo se conduce cuando falla. Con el tiempo, además, esa visión biológica del mundo me ayudó a encontrar una voz propia y a interpretar la realidad, sí.

- En el lenguaje clínico, "exitus" es fallecimento... ¿Se puede morir de éxito?

- Es cierto. En medicina cuando un profesor quería hablar en clave del mal pronóstico de un paciente decía "el paciente se dirige hacia... el exitus". Yo siempre asocié la idea de éxito como la muerte de un proceso. Desconfío del término. Yo prefiero el camino al punto de llegada; estar en proceso, en movimiento, emulando a la dinámica de la vida. El éxito es todo lo contrario, es como la Gorgona: si lo miras a los ojos (si lo reconoces y lo asumes) te vuelves una estatua de ti mismo, una caricatura inerte.

- Hablamos desde Granada, aquí usted, Mújica y los futbolistas Montero Castillo y Mazurkiewicz, son los uruguayos más célebres... ¿Se siente embajador de su país por estos lares?

- Me siento muy orgulloso de haberme formado en Uruguay, de haber hecho la escuela pública y de tener esa impronta republicana, laica y democrática. Son herramientas cada día más útiles, con los tiempos que corren. Además tengo un vínculo afectivo indeleble con Montevideo y con mi país en general, aunque hace años que no viva ahí. Pero en realidad no me siento embajador de nada. Hablo siempre desde mi experiencia personal.

- Fue pregonero del carnaval de Cádiz... Con genios como Jaime Roos o Rada el carnaval de Montevideo se revolvió con el pop para siempre. ¿Cuánto hay de murguista en Jorge Drexler?

- Es cierto que Jaime Roos y Rubén Rada llevaron los géneros de carnaval uruguayo (la murga y el candombe) al mainstream musical del país. Fue un proceso importantísimo y maravilloso, de búsqueda de una identidad en el país más chico del continente situado entre los dos más grandes. Siempre pienso que al inigualable Carnaval de Cádiz le llegará un Jaime Roos que lo termine de integrar al tronco principal de la música en español de Iberoamérica. Le tengo mucha fe a El Kanka en esa tarea. ¡El Kanka tiene que ser el Pregonero del Carnaval de Cádiz en cuanto se pueda!

- Por Granada recordamos su primera actuación con Sabina... Solo, como ahora. ¿Regresa a aquel principio?

- ¡Lo recuerdo claramente! Fue el 12 de febrero de 1995, Joaquín cumplía años y nos invitó Morente a una cueva en el Sacromonte. Yo me volví completamente loco... había llegado hacía una semana a España y ahí estaba: sentado entre Morente y Sabina, con Estrella adolescente cantando también. Aquello era el paraíso. Joaquín me dijo "no te malacostumbres chaval, a ver si piensas que esto va a ser siempre así en España!" La verdad es que pocas veces volví a estar en un entorno musical así de mágico. Pero este show 'Silente' es muy diferente a lo que hacía en esa época: a pesar de ser un unipersonal, tiene un hincapié muy grande en lo escenográfico y en la puesta en escena audiovisual. Es el show que he trabajado más minuciosamente en mi vida. Estoy sinceramente orgulloso del espectáculo que llevamos.

- Al cabo de los años, ¿se siente en el Rastro como en el mercadillo Tristán Narvaja o la "saudade" es para siempre en la distancia?

- No soy una persona muy afecta a la nostalgia. He aprendido a disfrutar lo que tengo entre manos más que a añorar. Tengo hasta una canción que lo explicita, 'Aquellos tiempos', que dice: "todo tiempo pasado fue peor/ no hay tiempo perdido peor/ que el perdido en añorar".

- Canta "yo no soy de aquí, pero tú tampoco". ¿Qué opina de que en este país esté creciendo la aversión al extranjero?

- La xenofobia es una variante de la miopía. Si miramos con atención nos daremos cuenta que todos somos recién llegados, en mayor o menor grado. Para un iberoamericano eso es muy fácil de entender, pero inclusive ahí -increíblemente- también se nos olvida... La xenofobia, como cualquier enfermedad, se cura, basta con una dupla: biblioteca y pasaporte. Leer y viajar le quita a uno todas esas tonterías. O más recientemente, haciéndose el examen genético de ancestros (buscad en Internet que hay muchas maneras), donde queda en evidencia que todos somos un poco de todos lados.

- Resulta un trabajador infatigable. ¿Acaso el "gen alemán" de sus ancestros?

- Mis cuatro abuelos y abuelas eran muy trabajadores. Tanto los dos alemanes en la industria textil, como los dos criollos, maestros de escuela rural, que aunque llevaban varias generaciones en América venían de Asturias y Portugal, principalmente. Es cierto que me concentro y me entrego por completo en los proyectos. A veces obsesivamente. Pero nunca he dejado de tener la sensación que podría estar haciendo mucho más aún. En lo cotidiano carezco absolutamente de orden y disciplina. Me cuesta mucho tener continuidad en algo que no sea la familia, los amigos o el trabajo.

- Una de las últimas actuaciones de Enrique Morente fue cantándole al Guernica... Le veo a usted cantar también bajo el mismo cuadro. ¿Qué le inspiró esa obra?

- Estudié piano desde los 5 años con una profesora vecina, que tenía un Guernica sobre el piano. Cuando en casa compramos un piano, volvimos a poner un Guernica sobre el instrumento. Nos pareció natural. Siempre lo sentí asociado a la música de manera indeleble. Tocar luego frente al cuadro original (y quedarme un rato largo prácticamente a solas con él) fue una de las experiencias artísticas más emocionantes que he tenido.

- Viene solo y "silente"... pero imagino que bien arropado por la tecnología, ¿es así?

- En realidad el show usa la tecnología de la manera que yo prefiero: mucha y con sumo cuidado para que no se note. Todos los movimientos de atrezo son a mano, las luces no se mueven automáticamente y no hay ni proyector ni pantalla de led. No queríamos nada que tuviera un ventilador y pudiera interferir con el silencio intenso que necesitamos. Nos hemos vuelto sibaritas del silencio, llegando a cada teatro y paladeándolo, como quien cata el agua de una fuente. El concierto se construye a partir de la calidad del silencio de la sala y de la audiencia. Es un diálogo en dirección al silencio que aparece en toda su amplitud sobre el final del concierto. Pero no le cuento más nada, porque no quiero hacer un spoiler.