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El periodista musical Paco Espínola publica en su editorial, Allanamiento de Mirada, el libro-disco 'Jazz: no lo entiendo, pero me gusta' en el que hace un recorrido por la historia del jazz desde 1902 hasta 1976. Es entrevistado por Juan Jesús García.
Periodista de largo recorrido, y siempre en torno a la música (¡las músicas: flamenco, gayrock, clásica, ópera, jazz...!), PACO ESPÍNOLA presentaba en la pasada Feria del Libro de Granada uno de los trabajos que edita desde su firma Allanamiento de Mirada: 'Jazz: no lo entiendo, pero me gusta'. En formato libro-disco ("librisco", como lo llama él), se trata de un recorrido cronológico, ameno y muy didáctico por la historia del jazz (1902-1976) a través de algunos de sus estándares más significativos y la influencia musical que han ejercido en artistas de otros géneros (pop, rock, soul). El trabajo perfecto para los que aseguran no entender nada de jazz, suministrando las claves para que se puedan apasionar por la música (y la cultura) más excitante del último siglo.
- ¿Cuándo y cómo fue su encuentro con el jazz?
-Yo estudié en un Seminario. A las asignaturas propias del Bachillerato se añadían las de Latín, Griego, Solfeo e Historia de la Música. Además, me cogió de lleno la modernización que supuso la puesta en marcha del Concilio Vaticano II. Así que el joven jesuita que impartía Historia de la Música nos hablaba de Mozart y Händel, pero también de la Niña de los Peines y de Louis Armstrong.
- ¿Y le dio susto o gusto?
- Sorpresa y curiosidad. En una de las audiciones nos puso 'Hello, Dolly' y me quedé alucinado con aquel sonido y aquella forma de cantar, pero fue el 'Strange Fruit' de Billie Holiday la que me conmocionó. Nunca había sentido tanta tristeza en un idioma que no conocía. Cuando el cura nos explicó el significado de la canción, mi adolescencia dio un traspiés en defensa de la cultura negra. Años después, creo que fue al enterarme de que Charlie Parker estaba muerto cuando caí en un profundo ateísmo.
- Se lo digo porque los hay que la consideran una música incomprensible.
- También ocurre con el flamenco. De ahí la frase "no lo entiendo, pero me gusta". En este caso quiero recurrir al saxofonista John Coltrane que siempre contestaba a cualquier escéptico que le preguntase sobre la naturaleza de su música: "No hay que cuestionarse si es entendible. Yo pretendo encontrar lo que hay por debajo de la música. Quizá tú deberías hacer lo mismo".
- Me imagino que resumir un siglo largo de jazz a 17 cortes ha sido...
- Terrible. Y muy laborioso. Después de tener desarrolladas unas cuarenta biografías y seleccionados más de cien temas musicales, decidí ser amable con el lector-oyente y trabajar sobre aquella otra frase de John Coltrane: "Yo les enseño técnica a mis alumnos y luego les enseño a que olviden toda esa mierda".
- Y dejar fuera Charlie Parker o Miles Davis, ¿Ufff... duele?
- ...y a Lester Young, y a Billie Holiday, y a Count Basie. Y a Chet Baker, con el que estuve tres días por Granada dando vueltas. Y a Dexter Gordon, con el que compartí una amplia degustación de bebidas espirituosas en el bar Avellano y en las casetas del Corpus donde me contó su vida que dos años después se convirtió en la película 'Round Midnight' que decían inspirada en Lester Young, pero no es correcto. Son cientos de genios los que se han quedado fuera. Y claro que duele, muchísimo.
- Curiosamente hay temas originales puros y otras aproximaciones laterales posteriores...
- Cierto. Escuchar a Sam Cooke versionando al grandioso Fats Waller me parecía interesante. O a Johnny Mathis, en su única grabación de jazz, trasladando el romántico 'Caravan' a un atasco urbano. A Elvis Costello, voz y guitarra, con la turbadora 'Gloomy Sunday'. Y, definitiva y absolutamente, a Lou Reed convirtiendo en rocanrol 'September Song' de Kurt Weil, el rey de los estándares, creo que supone universalizar un lenguaje, a veces privado, como es el jazz.
- En la parte museística, ¿ha habido mucho trabajo de edición y limpieza?
- La historia comienza con el gran Scott Joplin y su 'The Entertainer'. Lo fácil habría sido recurrir a la archiconocida y manipulada versión de Marvin Hamlisch para la película 'El golpe'. Pero preferí utilizar la del autoproclamado "Padre del Jazz", Jelly Roll Morton, en una grabación de 1926. Lo mismo ocurrió con 'Minnie The Moocher' en la versión original de Cab Calloway de 1931 y no la de la película de los 'Blues Brothers'. Después de mucho buscar en numerosas grabaciones elegí estas, no por su calidad sonora, sino por la emoción interpretativa. En ambos casos (hay más) la técnica de grabación, de la época, impedía la recepción de la música. Así que el magnífico ingeniero de sonido Cheluis Salmeron y yo nos dedicamos a limpiar nota a nota los defectos de la grabación. Fue un trabajo delicado y minucioso.
- Entrevistando a Houston Person estos días me decía que el jazz cambió mucho cuando dejó de poderse bailar. ¿Está de acuerdo?
- Totalmente de acuerdo. Claro que cambió, pero también es cierto que su "utilidad" se diversificó hasta convertirse en reivindicación, en obtención de derechos, en filosofía, en poesía, en belleza, definitivamente en arte. También dio a luz a coñazos insoportables. Sí, cambió, afortunadamente.
- Una vez hecho el libro, ¿qué le parece el jazz contemporáneo?
- Fascinante. Se han incorporado elementos técnicos y humanos de gran valor. Los jóvenes de la calle han ocupado las estereotipadas academias en las que se estaba convirtiendo el jazz. Y ese otro jazz, el que viene del frío, el de los países nórdicos, es muy interesante.
- Se lo pregunto porque termina en 1977...
- Es que con Weather Report creo que se resumía la gran trayectoria estilística del jazz y señalaba el camino a un futuro de promesas que se están cumpliendo.
- Granada tiene cinco festivales de jazz. ¿Somos la "Reserva Espiritual de Andalucía Oriental"?
- En realidad somos la gran esperanza blanca, como se decía de los boxeadores. El de Granada es el tercer festival más antiguo de España (tras San Sebastián y Barcelona), y el que aún conserva la pureza estilística, ya que muchos de ellos se han ido comercializando descaradamente hasta hacerlos irreconocibles. El de Granada, además, es heroico: ha sido abandonado económicamente por las instituciones, a pesar de que goza de una gran aceptación por parte del público. Sobrevive gracias al empeño de personas como Jesús Villalba y Mariche Huertas. Los políticos locales tan dispuestos a procesionar con el primer santo que les entra por el despacho deberían empezar a tener en cuenta a la "Cofradía de San Swing" que componemos muchos hermanos y hermanas.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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