JUAN JESÚS GARCÍA  |  Íllora (Granada), 01/08/2011

El Parapandafolk abrió este año su versión "mini" (esperemos que el año que viene no sea "nano") con el cartel más potente de los tres días, por popularidad y tirón. A nadie se le escapa que LUAR NA LUBRE, aunque no vivan sus mejores momentos de la mano de "Miguelito Campoviejo" (Mike Oldfield), su valedor internacional, siguen siendo la marca más conocida de "Galicia calidade" a la altura de... por lo menos Luis Tosar o la arruga de Domínguez. Y con 25 años pasados de oficio ya mismo cogen a Fraga. Aquellos polvos trajeron estos bolos, y Luar na Lubre son uno de los conciertos más perfectos que se pueden escuchar a día de hoy en el folk, y en lo demás.

Pero antes de ellos, de teloneros los gallegos por razones de horario, se oyeron los versos de Isabel de Rueda y Benjamín León, y los aplausos que Paco Espínola, el presentador, pidió para el recuerdo de Morente y Labordeta, a cuya memoria está dedicado este año el festival, y algo más de 2000 personas confirmaron con su palmas que estaban presentes.

Decíamos que Luar na lubre, ahora con Bieito y la portuguesa Sara Vidal al frente (personalmente creo que pedieron mucho fuelle comunicativo con la huida de Rosa Cedrón) son una máquina con un rodaje de un cuarto de siglo. Perfectos y exactos hasta el academicismo. Afortunadamente regalan interesantes introducciones didácticas para saber que son humanos y no pulidos engranajes, porque pudieran parecer un precioso cuadro elegantísimamente enmarcado pero escasamente físico. 'Solsticio' forma buena parte de su concierto actual, salpicando las cantigas de Alfonso X o las piezas del trovador Martín Codax con sus habituales 'Chove en Santiago' (sobre un poema gallego de Lorca), 'Nau', el 'Tu gitana' de José Alfonso, las 'Camariñas' o 'El mandil de Carolina' (con el mismo añadido italiano con el que Angelo Branduardi armó 'Sono io la morte'). Les costó pero la final sacaron a bailar al público.

Pero gastar suela hasta llegar al cuero... fue desenfundar el Monarca del Son sus maracas y ya la parte delantera del escenario estaba abarrotada de bailadores. Y es que la música cubana tradicional sigue siendo "lo más sublime para el alma divertir". Y el cuerpo. El "joven" de la Vieja Trova Santiaguera, Ricardito, sumado al quinteto típico de El Monarca del Son (Rolando Romaguera: 83 años, y Félix Marrero: 78) reverdecen esa vitamina de la longevidad que contiene el son oriental en su esencia, y que brota a chorros apenas arranca la clave con unas marcas, un güiro y el tres. En este caso (y no es el único) pecan un poco de agrupación "turística", con parte del material tan tópico como típico, pero cuando rebuscan en el infinito cancionero de Arsenio Rodríguez, Matamoros y demás genios la sabrosura, la entidad de este quinteto se crece hasta el monumento. Y además son toda una lección de vida, no poca picardía (que rápidamente llenaron los abuelos el escenario de señoritas... y un caballero infiltrado al que no hicieron ni caso) y ganas de "compaltil". Al final el público se acercó a saludarlos, pero no para pedir más... ¡les daban las gracias!