VALLE  |  Madrid, 16/06/2019

Me gusta llegar el primero a los conciertos de ANTONIO HERNANDO. Así, aprovecho para saludarle y agradecerle algo porque siempre hay algo que agradecer a un artista tan activo, polifacético e imprevisible como él. Sin embargo, esta vez, aunque me he colado muy pronto, ya hay alguien al fondo de la sala escuchándole ensayar. Por la lejanía o la oscuridad, no distingo las facciones que se ocultan bajo ese sombrero y, en ese instante, entra el encargado de la sala Libertad 8 de Madrid y amablemente me invita a salir porque todavía no es la hora de empezar. No obstante, como en ningún momento se dirige al señor del sombrero sentado al fondo para echarlo de allí, deduzco que, evidentemente, no se trata de ningún fan o periodista y, a pesar de que Antonio Hernando me dijo que tocaría él solo todo el concierto, abro mi libretilla de notas y escribo: posible colaborador sorpresa.

Hay ganas. Es posible que esta sea la última actuación del cantautor en España durante la primera parte de una intensa gira en la que ha recorrido todo el país, ha tocado en lugares como Nueva York o Florencia y terminará el próximo mes con dos fechas en Londres. El escenario, aún vacío, anuncia, sin duda, que va a cantar Antonio Hernando. Se puede ver el megáfono con el que intentará acercarnos a sus reivindicaciones como si de una manifestación se tratara y desde el que nos recitará bellos versos en el 'Vals sin nombre' o, cuando se acerque el final de la gala, nos alentará a acompañarle por 'El camino' de este, a veces desventurado, otras triste y siempre contradictorio e irónico, mundo que nos describe. No falta un cabaretero piano con el que nos reiremos de nosotros mismos y de lo que nos espera por deshumanizar el amor y desapasionar el sexo tras escoger la comodidad de relacionarnos en 'Tinder'. También se ven las uñas de cabra con las que nos hechizará en la tribal 'El curandero' y el baglamá griego que los "mangas" ocultaban en su chaqueta para poder seguir componiendo sus rebéticos y con el que Hernando nos conquistará con la mágica 'Kapsoura'. Pero, sobre todo, lo que no puede faltar y nos observa presidiendo las tablas es "la guerrera". La incombustible guitarra que lleva tantos años con Antonio que ya es parte indisoluble del artista. Con ella, el gran compositor jiennense nos ofreció un generosísimo concierto que incluyó todas las canciones de sus dos discos en solitario. Con ella, volvió a envenenarnos 'La Tarántula' mientras se aceleraban la tarantela, los ritmos mediterráneos, el folk, el bolero... pero también el swing y el rock and roll. Con ella, nos sorprendió homenajeando a su admirado Dr. John, recientemente fallecido, al cantarle el típico blues funerario para músicos de Nueva Orleáns 'St. James infirmary', tema ampliamente versionado y popularizado por gente de la talla de Louis Armstrong o Van Morrison. Con ella, nos emocionó al interpretar una de sus más antiguas canciones 'Vivir a Drede'. De cuando él era un tercio de la banda Los Tres en Raya y que dedicó a otro tercio de "los tres": el también cantante Rafa Toro que asistió como público. Y con ella, con "la guerrera", tras ser aclamado por la concurrencia para regresar al escenario, nos volvió a conmover con la nostálgica 'Pasaportes y dialectos', último single de su último trabajo 'El viaje infinito' y una de las más bellas canciones que se pueden escuchar en la actualidad.

Mientras todos aplaudíamos de pie imitando sus genuinos aullidos y viendo cómo lanzaba al aire su postrer puñado de confeti, recordé que, aunque nunca pareció que estuviera solo, Antonio Hernando me dijo la verdad y no subió a ningún músico a las tablas. Entonces, me acordé del "posible colaborador sorpresa" y miré hacia atrás. Allí, al fondo, sentado en el mismo sitio, inconfundible con su sombrero, seguía él. Sonriendo. Ahora sí conseguí reconocerlo. Era el Dr. John que no quiso perderse su homenaje. Claro, el encargado de la sala no pudo echarlo porque no era un fan ni un periodista y tampoco es que lo dejara allí porque fuera un fantasma. Los inmortales, al no morir, nunca lo son. No pudo echarlo porque, como vaticinó el mismo Antonio Hernando en su canción 'Luciérnagas' y después de llevar tanto tiempo demostrando su gran talento como compositor y showman, el Dr. John y él son, sobre todo, compañeros.

Mucho me temo que, como buen compañero, ahora el Dr. John lo acompañará siempre y eso me fastidia bastante porque... me gusta llegar el primero a los conciertos de Antonio Hernando.