RICARDO RUIZ VARO  |  Madrid, 10/05/2019

Son las 3 de la tarde del sábado, 12 de abril. Quedo con mi amigo Alberto, que ha venido desde Jaén este finde para hacer lo mismo que yo: ver el último directo de 'Magnolia' y 'Loto'. Es un día que llevábamos mucho tiempo esperando y preparando y que, al final, hemos improvisado. Me reúno con él y con Chico, pianista, y una de las personas que conozco que más sabe de música. "¿Dónde comemos?", "venga, vamos a un sitio que conozco". Chico nos lleva a tomarnos una(s) caña(s) fresquita(s) con un buen pincho de tortilla en la Plaza de Santo Domingo. Él, por temas laborales, no podrá ir al concierto. En ningún momento de la conversación sale el tema. No queremos pensar lo que se nos viene encima en unas horas...

Después de varias cervezas, risas, charlas y un café, nos plantamos en La Riviera. Entramos y acaba de empezar a tocar Penny Necklace. Su tema 'Piedra' pone banda sonora al momento en el que me compro el vinilo de 'Magnolia'. Nos vamos al barullo. Alberto se ha comprado una cerveza: "La virgen, macho, 11 pavazos me han cascado". Bebo de la suya: mi sueldo de becario no me permite gastarme eso en una vaso de plástico.

Todo esto que parece un breve e insignificante momento fue el preludio de uno de los momentos con más magia que he vivido en mi vida. Ellos no dijeron ni una sola palabra en las más de dos horas que duró el concierto, pero no hizo falta: sus letras, sonidos y la atmósfera no necesitaban verbalizar nada. Los allí presentes ya sabíamos todo lo que RUFUS T. FIREFLY nos querían decir.

El inconfundible sonido electrónico con el posterior riff de guitarra de Víctor Cabezuelo marcó el inicio del trance, del concierto que tanto tiempo llevábamos esperando. "Que caiga sobre mí la inmensidad". La inmensidad nos cayó encima con cada solo de Julia Martín-Maestro, el bosque muerto despertó y nos transportó a un lugar distinto que no era La Riviera, como tampoco lo fueron aquel verano el O Son do Camiño, el Nosinmúsica o el Granada Sound.

Aderezado con las maravillosas voces de Zahara, Alice Wonder y Nina de Juan cantando canciones de discos anteriores, Rufus T. Firefly nos llevó de viaje por el corazón de una magnolia hasta ver levantarse una flor de loto. Por el camino, nos sumergimos en el mundo de 'Stranger Things' para visitar al 'Demogogon', fluimos en la 'Nebulosa Jade', volamos en el 'Halcón Milenario', resucitamos a 'Druyan y Sagan' y navegamos el 'Río Wolf' cerca de 'Pompeya'. Parecíamos estar dentro de una secuencia de 'Pulp fiction': las lunas de Júpiter parecían 'Espectros' cuando Lucy sobrevolaba el cielo con diamantes. Y así llegamos al día de 'San Junípero', donde un 'Cisne Negro' nos anunció el final de la fantasía. Justo allí, descubrimos que sí se puede salvar el mundo desde Aranjuez.

Salimos de La Riviera. Después de aquel aparente breve e insignificante momento en la breve e insignificante historia de la humanidad, nosotros teníamos la sensación de estar en la última noche en la Tierra. 'Magnolia' y 'Loto' daban por finalizado su largo viaje de dos año por los escenarios... y por los corazones de miles de personas.

'Loto' y 'Magnolia', 'Magnolia' y 'Loto', pueden ser fácilmente mis discos favoritos de siempre. La psicodelia de su sonido me invade desde 'Tsukamori' hasta 'Final Fantasy' y me evade de la realidad durante unos minutos. Será difícil no volver a escuchar nunca más su repertorio completo en directo... Aunque hoy viernes, volveremos a disfrutar un pedacito de ellos en el lugar más castizo del mundo, la Plaza Mayor de Madrid. Esta noche a las 21:00, volverá a ser la última noche en la Tierra.

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