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My Bubba & Mi | Skejby | Hilda Hund | Alfonso Herrero | F. Jensen
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Beep! Beep! Back up the Truck | Raruno Producciones
Preciosas canciones, de una calidez intensa y de una quietud que animaba al silencio del respetuosísimo público, rematadas con angelicales juegos de voces.
Es de esas noches que, por inesperada, sorprenden y se recuerdan. Poco conocía anteriormente, lo reconozco, de estas danesas que se hacen llamar MY BUBBA & MI, salvo, claro está, la rápida y obligada escucha en su myspace cuando Iñigo de Amescua me las recomendó y me comentó que esa misma noche actuaban en Madrid. No seré yo, a estas alturas, quien tenga que descubrir el buen gusto de Iñigo y, por supuesto, me cité con él en el Fotomatón, fuera a ser que Iñigo acertara, como acostumbra... Lo hizo, por supuesto.
Martes, lloviendo a mares (nuevamente) y con la sensación de que íbamos a una gran cita. No me equivocaba. Ya desde el inicio, con unos teloneros como los locales SKEjBY en estado de gracia, sorprendentes en su faceta acústica, la cosa iba tomando color. La preciosa voz de Hilda, por momentos cercana a la de una de mis preferidas, Harriet Wheeler, remarca la dulzura de temas como 'Saturday' o 'I didn't throw up last night' que, como digo, suenan convincentes en acústico, más si cabe gracias al apoyo que el Thunderbird Vintage de F. Jensen remarca sobre la guitarra acústica de su cantante y sobre la eléctrica de Alf. Para seguirles la pista.
En el entreacto, aparecieron en escena dos de las tres componentes del trío de Copenhague que, junto al contrabajista sustituto invitado para la ocasión, se afanaban en preparar los instrumentos para su recital, con caras de no haber roto un plato en su vida o de haberse tomado una caja de Prozack antes de salir a escena, como recién llegadas de un capítulo de 'La Casa de la Pradera'. En cuanto comenzó a sonar su música se vio que aquello era "pata negra", pero de la de verdad, con denominación de origen. Preciosas canciones, de una calidez intensa y de una quietud que animaba al silencio del respetuosísimo público, rematadas por todo lo alto con angelicales juegos de voces, realmente magnéticos, que iban aflorando poco a poco entre toques folkies, mucho más evidentes y cercanos al country cuando una de las dos protagonistas cambió guitarra por banjo. Entre infantiles y tímidas, las danesas despacharon un concierto que fue una auténtica gozada.
Terminar versionando a Dylan, y de la forma en que lo hicieron, es toda una demostración de buen gusto. No es de extrañar que, una vez acabado el concierto, hubiera colas para hacerse con uno de los vinilos que las dos chicas, con amabilidad, vendían a pie de escenario, manufacturados uno a uno por ellas mismas usando viejos cartones a modo de portada. Lo dicho, exquisitez nórdica.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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