JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 18/02/2019

"El presente tiene tanto del pasado como del futuro" comentó en una de sus escasas intervenciones verbales Jorge Martínez, que en directo ahora toca y calla, y lo hizo cuando comenzaba a sonar 'Tiempos nuevos, tiempos salvajes', un emblema de la casa. Y efectivamente lo cumplió, no tanto por la fecha de fabricación de sus canciones sino porque la mayoría no la tiene de caducidad y son anómalamente trasplantables a la actualidad.

Su presencia este fin de semana en Granada, ciudad a la que cita en una de sus últimas canciones por razones de amistad, se saldó con un llenó hasta la bandera, que no hay en la sala Tren; y con los de la puerta convocó público para dos noches. Y es que ILEGALES sigue siendo un grupo querido y en directo más, a pesar de que sus canciones/exabrupto oculten parcialmente algunos de los más agudos textos escritos en el rock español (¡José Ignacio Lapido, que de esto sabe un rato, lo ha dicho en bastantes ocasiones!).

Ahora que lo clónico y la repetición puntúan a favor, Ilegales son únicos, y por no tener ni siquiera hay grupos de homenaje; son imposibles de duplicar, ni en fondo ni en forma, porque Jorges Martíneces no existe más que el original. El grupo es él, en genio, ingenio y figura. Ya no ejerce tanto de bocazas y en directo siempre es de una profesionalidad absoluta e impecable. Tocan sin amplificadores, por línea, lo que desnuda mucho la imagen, esta vez difuminada por una excesiva e innecesaria humareda, un contaminado contraste visual con el sonido impoluto que siempre han exhibido, y que ahora con el añadido de un segundo guitarra y teclista tiene más nutrientes.

Temas como 'La casa del misterio', 'Chicos pálidos para la máquina', 'El norte está lleno de frío', 'No tanta tonta', 'Suicida', 'Hombre solitario' o 'El Bosque Fragante y Sombrío' (donde se despide del Paseo los Tristes) ofrecen su escritura más refinada y sugerente en la inquietud estremecedora que transmiten, al lado de eructos inmediatos y obvios como 'Eres una puta', 'Soy un macarra', 'Hola mamoncete', etc . Pero todo cabe en el cráneo rapado y bipolar de Jorge Martínez y todo lo revuelve en sus conciertos con fortuna y tino espectacular, que cuando planea alguna calma chicha suelta cualquiera de sus pildorazos y la temperatura ambiente repunta unos cuantos grados más. Y así durante dos horas rubricadas con el himno punk por excelencia '¡Destruye!'. Haber pedido susto.