ARTISTAS, GRUPOS...:
Compañía Nacional de Teatro Clásico | Helena Pimenta | Álvaro Tato | Beatriz Augüello | Joaquín Notario | Rafa Castejón | Lola Baldrich | Carlos Chamarro | Javier Collado | Nuria Gallardo | Gabriela Salaverri | Juan Gómez Cornejo | Nuria Castejón
GÉNEROS, ESTILOS...:
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La Compañía Nacional de Teatro Clásico pone en escena 'El Castigo Sin Venganza' de Lope de Vega en una talentosa adaptación de Álvaro Tato, con una hermosa puesta en escena de Helena Pimenta, su directora, y magistarles interpretaciones de su elenco. Estará en cartel del Teatro de la Comedia de Madrid hasta el 9 de febrero.
Ayer, mi agujero y yo caminamos hasta el Teatro de la Comedia. No era muy grande, aunque sí profundo. El agujero, digo. Arrastré de él hasta el segundo piso, como si fuera una carreta, hasta que logramos sentarnos. Y se apagaron las luces.
Puede parecer, a priori, que representar a un gran clásico del Siglo de Oro como Lope de Vega sea una empresa de éxito asegurado, pero 'EL CASTIGO SIN VENGANZA', de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, va más allá y nos embelesa con un eclecticismo perfecto que salpica los versos barrocos con acertados guiños contemporáneos.
El resultado es una obra maestra no solo por la fuerza y belleza del texto original sino también por la talentosa adaptación de Álvaro Tato, que recorta con buen criterio los versos finales; por la hermosa puesta en escena de Helena Pimenta, su directora, que marca el poético ritmo de Lope con transiciones cinematográficas, y, desde luego, por el formidable trabajo de sus actores, incapaces de ofrecernos una décima de segundo mediocre: Beatriz Augüello, sublime; Joaquín Notario, soberbio, y Rafa Castejón, impecable, junto a los secundarios Lola Baldrich, Carlos Chamarro, Javier Collado, y Nuria Gallardo, que solo saben sumar intensidad a un montaje ya redondo.
Atención al vestuario de Gabriela Salaverri, libre y simbólico que sobrepasa el quattrocento en el que se desarrolla la acción, y a la escena de amor entre Federico y Casandra, resuelta con tanta poesía y elegancia que será imposible olvidar. Pero atención a absolutamente todo: a la iluminación, de Juan Gómez Cornejo, a las coreografías de Nuria Castejón y la escenografía de Mónica Teijeiro, que imprimen al conjunto un carácter casi pictórico.
Tú me engañas, yo me abraso;
tú me incitas, yo me pierdo;
tú me animas, yo me espanto;
tú me esfuerzas, yo me turbo;
tú me libras, yo me enlazo;
tú me llevas, yo me quedo;
tú me enseñas, yo me atajo;
La poesía, los silencios, las miradas, el rojo, la seda. Y allí desapareció. El agujero, me refiero. O más bien se rellenó de pedazos de texturas diferentes. Las que la obra emanaba: belleza, emoción, deseo, rabia, amor, desprecio, impotencia. Ahora lo miro y tiene grietas, pero ya se sabe: será por ahí por donde pase la luz.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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