KINA JARAÍCES  |  Madrid, 10/11/2018

A Fernando António Nogueira Pessoa siempre le acompañaba un arcón en el que guardaba, en un desorden material paralelo a su prolífica mente, escritos que nunca publicaba. Tras su muerte, en 1935, algunos investigadores decidieron bucear dentro del baúl en busca de tesoros literarios. Y los encontraron.

"No sé quién soy ni sé cómo es mi alma. Soy muy distinto de esos otros que tampoco sé si existen. Me siento múltiple".

Con esta caja de madera en primer plano arranca 'ENIGMA PESSOA', una obra dirigida por Pablo Viar que no pretende resolver el misterio del escritor luso sino compartirlo a través de un bellísimo y onírico recorrido que nos sumerge en los complejos y profundos universos de este inclasificable creador al que da vida David Luque, un actor que sobrepasa la barrera empática para llegar a ese otro lado en el que interpretar parece un acto tan natural y sencillo que se convierte, sorprendentemente, en ser. Completa el reparto el también maravilloso Emilio Gavira, dando vida a algunos de los cientos de heterónimos que el poeta inventó -Alberto Calleiro, Ricardo Reis o Álvaro Campos-, para dotarlos de una voz distinta a la suya pero que era, a la vez, la misma.

'Enigma Pessoa' es un engranaje perfecto. El resultado de un impecable trabajo en equipo donde cada una de las partes -escenografía (Ricardo Sánchez Cuerda), puesta en escena e iluminación (Carmen Martínez)-, armonizan, encajan y giran como las piezas de un caleidoscopio. Sentarse en este patio de butacas es lo más parecido a entrar en múltiples sueños o más bien a sobrepasar, una y otra vez, la línea de la realidad, la misma que cruzábamos solos cuando éramos niños y jugábamos con amigos imaginarios.

En aquel baúl encontraron cerca de 25.000 documentos en forma de cartas, libros, poemas, diarios y reflexiones que han convertido al hombre que escribió  "Solo quiero que no me recuerden" en uno de los escritores más amados del siglo XX.

"Nada existe, no existe la realidad, sino solamente sensaciones".

Pessoa