KINA JARAÍCES  |  Madrid, 19/09/2018

¿Creéis en la democracia? nos preguntan nada más sentarnos en el patio de butacas. Con esta consulta y con una votación real por parte del público arranca la versión libre de la obra de Henrik Ibsen, 'Un Enemigo del Pueblo', adaptada y dirigida por Àlex Rigola, quien añade la palabra (Ágora) al título de esta pieza teatral que cuestiona asuntos como el sufragio universal, la libertad de expresión o la ética personal frente al poder económico.

'UN ENEMIGO DEL PUEBLO (ÁGORA)' tiene una singularidad y no es solo romper la cuarta pared sino ofrecer cada noche un espectáculo diferente al convertir a los espectadores en miembros activos de una asamblea en la que dan respuesta a las cuestiones planteadas por los cinco actores protagonistas, Israel Elejalde, Irene Escolar, Óscar de la Fuente, Nao Albet y Francisco Reyes, que rompen magistralmente la línea del juego teatral ofreciéndonos la ilusión de no saber muy bien cuando están dentro del personaje y cuando fuera.

Rigola nos plantea un debate abierto y democrático pero también nos lleva por los caminos de la manipulación y la demagogia. Sin embargo, su versión libre adquiere una resonancia especial al recordar su dimisión el pasado mes de octubre como director de los Teatros del Canal de Madrid por la respuesta violenta del gobierno contra los ciudadanos catalanes durante el referéndum soberanista, considerando que no podía seguir ejerciendo un cargo para el que fue nombrado por el partido político que ordenó aquella intervención. Suponemos que ese fue el germen de esta obra teatral que nos plantea preguntas de sobra conocidas pero que, sin embargo, no queremos escuchar.

Estamos ante un ágora del siglo XXI aderezado con la preciosa y melancólica canción 'Creep', de Radiohead, interpretada por un encantador Nao Albet, y la sencilla y acertada escenografía de Max Glaenzel en la que destacan una pizarra, donde se va anotando el resultado de las votaciones, y, sobre todo, seis grandes globos blancos decorados con las letras que forman la palabra griega éthiké, ética en castellano, que parecen mirarnos como si fueran los ojos de una conciencia que nos susurra que, a lo mejor, el enemigo del pueblo somos nosotros.

"El hombre más fuerte del mundo es el que está sólo". (Henrik Ibsen).