JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 05/08/2018

La noche en que la luna salió rota se vivió en el Parapandafolk una velada tan excepcional como la de ese disco rojo celeste en penumbra. Afortunadamente, a XABIER DÍAZ Y ADUFEIRAS DE SALITRE sí los podremos volver a ver; no así, cuentan los que saben, un eclipse tan fascinante.

Xabier Díaz formó parte del célebre grupo Berrogüetto, y ahora camina solo, un decir, ya que a su lado están los hermanos Álvarez, Javier y Gutier, y tras ellos toda la tropa de adufeiras (de adufe, pandereta) de Salitre, una quincena de mujeres percusionistas y cantareiras. Juntos hicieron el disco 'The tambourine man' que fue multipremiado dentro y fuera de nuestras fronteras: el titular corresponde a la opinión de Santiago Auserón al escucharlo.

El concierto de Díaz y l@s suy@s se une a una larga relación de actuaciones del Parapanda que merecerían poder escucharse en Granada (capital), como los de los enormes Coetus, Mercedes Peón, Al Andaluz Project... y tantos otros que han pasado por este festival y que acertaría de pleno el FEX regalándoselos a los granadinos que se los han perdido fuera de Íllora. Resulta llamativo que más allá de flamenco, Granada, la "ciudad de la música", no tenga un foro donde puedan sonar las músicas tradicionales, el folk o la World Music, que es lo mismo pero "mola" más.

Díaz, estudioso y osado a partes iguales (¡sin llegar al Drum & Bass de Mercedes Peón!), parte de material de campo para de y reconstruirlo a su manera. Gaitero, cantante, percusionista de pie y mano, y enamorado de los tomates de la vega granadina, ensambla el trabajo de la zaga femenina con el de los hermanos Álvarez, con acordeón, violín y esa suerte de "sintetizador" medieval que es la zanfona, que en manos de gente desprejuiciada consigue sonidos inauditos. Las muñeiras, jotas o pasodobles norteños adquieren varias dimensiones más de las tres habituales cuando entran en acción las adufeiras (curiosamente sonorizadas con microfonía de pulsera), inyectando gran dramatismo con sus panderos cuadrados, alegría con las panderetas y todo tipo de emociones golpeando desde aperos de labranza, vieiras, hasta latas de tomate frito o su propia carne, llegado el caso, y con sus voces perfectamente empastadas haciendo piruetas de melodías imposibles. En una época se pusieron de moda los coros de mujeres de Bulgaria, sorprendente exotismo teniendo a grupos de lisérgicas cantareiras aquí al lado.

Exquisitos en su exposición, con una mezcla complicada y perfecta, yendo desde la sutilidad más delicada al arrebato más físico, el equipo de Díaz y adufeiras puso a bailar al personal (media Galicia granadina), que no encontraba el modo de dejarlos ir para que pudieran actuar después los extremeños Mansaborá, que en la línea de sus paisanos Acetre fueron el contrapunto de la pureza esencial del folk tradicional (con excursiones al otro lado de "la raya"), tal como sonaba y suena. Entre unos y otros, el Parapandafolk se hermanó con el festival cordobés Al Son de la Subbética.