IÑIGO DE AMESCUA  |  Madrid, 01/04/2010

Antes de que empezara la música el personal estaba un poco demasiado nervioso y el escenario parecía una tienda de instrumentos: un acordeón, un contrabajo negro arañado, dos guitarras eléctricas (una de ellas una Gretsch customizada con un pedazo de madera y cinta adhesiva), un banjo, unos teclados, un xilófono, un mini set de batería, un ukelele, una guitarra lap de madera, un cuerno de medio metro... Luego salieron las hermanas Kitty & Daisy a cantar un breve tema a capella, las dos juntas, vestidas de vintage negro. Todavía no había comenzado el concierto y ya se podía ver de dónde viene y por dónde va este trío de hermanos. Ahí estaba casi toda la tradición musical norteamericana desde el blues del delta al folk de los Apalaches, desde Nueva Orleans a la frontera mejicana, desde Nueva Orleans a Oklahoma... y si encima se atreven con el reggae y a Daisy (la más enchufada y pasional en la banda) le da por hacer de boom box mientras está sentada al piano las referencias se multiplican... ¡Y eso que son de Londres! Nada nuevo que unos ingleses retomen y revitalicen la tradición musical americana, dicho sea de paso.

Cuando acabaron las chicas con su canción salió el resto de la familia. Lewis, que es una mezcla entre Jerry Lee Lewis y Pete Doherty, papá Graeme Durham (a la guitarra acústica-rítmica) y la descalza mamá Ingrid Weiss (que fue batería en The Raincoats) al arañado contrabajo. Los tres hermanos, con sus dientes separados y su pelo profundo negro, se intercambian de instrumentos y posición casi en cada canción desde que comienzan con 'Mean Son of a Gun'... hasta que convirtieron el concierto en una jam de raíces. Uno de los fundamentos de la música norteamericana, dicho sea de paso. Por medio sonaron otras de las geniales canciones del disco como 'Polly Put the Kettle On', 'Buggin' Blues', 'Honolulu Rock-A-Roll-A', 'Going Up the Country', 'I Got My Mojo Working', 'Hillbilly Music' y alguna canción de lo que será su nuevo disco que sonó considerablemente más sosa que el resto. Bien tocado, bien cantado y por momentos emocionante. Niños, ¡escuchad menos Hannah Montana y más KITTY DAISY & LEWIS! ¡Menos mechas y más tupés!