KINA JARAÍCES  |  Madrid, 06/06/2018

Se necesitan muchas dosis de valentía y de pasión para llevar a escena la vida y obra de Friedrich Nietzsche. Pero la Compañía Laboratorio Teatro, creadora de 'ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA', posee otra necesaria y a veces extraña cualidad: el amor fati. Un elemento que pone la guinda a este cóctel capaz de sacarnos del mero rol de espectadores para sumergirnos en la compleja mente del filósofo alemán.

A Nietzsche se le acusó de ser el precursor del nacismo. Su elevada y profunda idea del Übermensch o superhombre fue utilizada como justificación de atrocidades, empezando por su propia hermana, que lo usó en pro de sus ideales nacionalsocialistas. Su crítica hacia los valores tradicionales, responsables del conformismo de los más débiles, también lo enemistó con su gran amigo Richard Wagner.

"Dios ha muerto". Friedrich Nietzsche.

'Así habló Zaratustra' es una original y compleja obra experimental dirigida por Jessica Walker que recorre magistralmente los pensamientos y las emociones del filósofo alemán en clave simbólica desde el vestuario -tacones que nos recuerdan a las pezuñas de un caballo- o la ausencia de él -desnudos como niños recién nacidos-; a los textos -tanto los originales de Nietzsche como actuales que reflejan a una sociedad que no se acerca lo más mínimo a la idea del superhombre nietzscheano-; pasando por recursos audiovisuales que nos sumergen en el mundo onírico del filósofo y por una escenografía llena de perchas humanas que cuelgan del hilo imaginario de la manipulación social, cultural, ideológica y religiosa.

Para contrarrestar la profundidad de las reflexiones a las que nos somete Nietzsche, la Compañía Laboratorio Teatro ha salpicado sabiamente el montaje con escenas cómicas tan divertidas como esperpénticas -genial la interpretación de Wagner a cargo de Carlos Martín-Peñasco, el sarcasmo de Julia Rabadán y el monólogo de Julieta Dentone Silva- con cambios de registro tan rápidos e intensos como la propia personalidad de Nietzsche.

En este experimento escénico se respira compromiso. Por ello todos los actores brillan en su interpretación: David Bocian, espectacular en su monólogo final, Paloma Remolino Gallego, Roser Vallvé y la propia Jessica Walker, a la que agradecemos el lujo de poder ver en escena. Destacamos el trabajo corporal de cada uno de ellos y no nos olvidamos de las 5 notas musicales que nos acompañan en directo a lo largo de las casi dos horas de montaje interpretadas al piano por una maravillosa Carola Zafarana que, desquiciada de tanta repetición, decide deleitarnos con un dionisíaco cabaret.

"Yo solo podría creer en un dios que supiese bailar". Friedrich Nietzsche.

No sabemos con certeza si el autor del libro más malinterpretado de la historia de la filosofía pasó por las tres etapas espirituales que él mismo describió para llegar a ser el superhombre: el camello que soporta y sufre el miedo, el amor o la muerte; el león que se revela y ruge un no rotundo a todos los valores tradicionales y el niño que baila y olvida su pasado para poder crear eternamente su propia realidad.

Lo que sí sabemos es que fue a raíz del famoso episodio con el caballo, al que Nietzsche abraza y habla para evitar que sea apaleado, cuando el filósofo empezó a perder aquello que la humanidad ha denominado "la razón". A partir de ahí, el hombre que nunca se refugió en mundos paralelos y aceptó la vida en su totalidad acabaría postrado en una cama con la mirada perdida cuidado por la misma hermana que años atrás manipuló su obra. Y allí murió, en Weimar. En 1900.

"No querer que nada sea distinto ni en el pasado ni el futuro ni toda la eternidad". Friedrich Nietzsche.