VALLE  |  Madrid, 08/05/2018

¿Alguien recuerda cuál fue la primera canción que escuchó en su vida? Yo no lo recuerdo pero sí sé quién la cantaba. Evidentemente, era la poderosa y dulce voz de mi madre. Me refiero con poderosa al efecto que ejercía sobre mí porque, aunque no suelo creer en verdades absolutas, unos estudios científicos han descubierto que la voz de la madre desestresa. Sí, la de la mía cumple con esa función y, además, de pequeño hacía volar mi imaginación. Sigo intentando recordar cuál fue la primera canción que escuché y, tal vez, el recuerdo más antiguo que me viene ahora sea el de mi madre haciendo una versión adaptada del grandísimo Alberto Cortez mientras intentaba peinar mi rebelde pelo frente a un espejo. En su canción 'Juan Golondrina', Cortez cantaba: "Pequeño Juan, Juan Golondrina. Vecino de los gatos y las cantinas". Pero mi madre, con ternura, versionaba: "Pequeño Juan, Juan Golondrina. Amigo de los patos y las gallinas". Entonces, la poderosa voz de mi madre hacía que mi mente volara a una alegre y colorida granja donde un montón de preciosos patitos y polluelos me rodeaban para jugar conmigo. Probablemente, ningún pato y muy pocas gallinas habría visto yo con esa edad, la de mi más tierna infancia. Sin embargo, me encantaba ser el amigo de los patos y las gallinas. Y lo que más me gustaba, sin duda, es ver a mi madre reflejada en mi espejo.

Aunque no suelo creer en verdades absolutas, estoy convencido de que, con sus canciones, GASTÓN BARRERA consigue hacernos evocar todo tipo de recuerdos y vivencias. Por eso, no es de extrañar que, cuando casi al principio de su íntimo recital el pasado viernes 4 de mayo en la histórica sala de cantautores Rincón del Arte Nuevo cantó aquello de "por caminos de palabras, por atajos de silencio, te veré en la carretera principal. La que lleva hacia el espejo, la que llega hasta el final" de su evocador tema 'Carretera hacia el espejo', yo no pude evitar acordarme de mi espejo, del aluminio de mi cristal, de mi principio y mi final. De mi madre.

Creo que el gran cantautor Gastón Barrera no es consciente del poder evocador y terapéutico de sus canciones. Incluso, pienso que en el fondo es un gran tímido que necesita construir música para ser música. En sus conciertos, esto se plasma en la curiosidad de empezar con versiones de su agrado. En esta ocasión comenzó con dos, el 'No digas que no' de Enrique Urquijo y los Problemas y el 'Pongamos que hablo de Madrid' de Joaquín Sabina.

Tras su ritual de calentamiento, los versos vivos y los acordes nostálgicos del músico-poeta empezaron a impregnar la sala y la llenaron de sensaciones, sentimientos y recuerdos. La canción de autor con toques folk de Gastón Barrera nos transportaba hacia destinos insospechados y casi olvidados de nuestro ser en un generoso concierto con canciones que no solo hablan de amores y desamores sino también de injusticias y dramas como las guerras y las migraciones. Así pudimos disfrutar de 'Llueve', 'Arroz amargo', la mencionada 'Carretera hacia el espejo', 'Poema de estío', 'Hoy que la luna me lleva por Madrid', 'Te espero aquí en noviembre', 'Ladrones de sueño', 'Dímelo tú', 'Página en blanco', 'Vuelo 507', 'Viento y acero', 'La guerra terminó', 'Dime si esta noche tú vendrás' y 'A veces' en las que él solo con su guitarra y también con su armónica nos deleitó y nos hizo participar a todos, sobre todo a José Antonio, amigo y fan como yo del cantautor, que le soplaba las canciones que tenía que cantar mientras Gastón Barrera intercalaba insignes versiones como la antigua ranchera que popularizó Alejandro Fernández 'No volveré', el 'Frente a frente' de Jeanette, la que ha adaptado ya como suya 'Aunque tú no lo sepas' de Quique González sobre un poema de Luis García Montero y dos en inglés por Dylan y McCartney.

Aunque no suelo creer en verdades absolutas, estoy convencido de que todo el público de la sala pudo evocar recuerdos gracias a las canciones de Barrera. Como gran admirador de Gastón, me alegro que mi recuerdo evocado haya sido para alguien tan importante como mi madre. Egoístamente, aún sabiendo que no cabe ninguna pega para un acústico tan pleno y completo, me habría encantado que también hubiera tocado su canción 'Te amaré' para poder terminar dedicándole a mi madre sus versos ahí recogidos: "Te amaré, siempre te amaré. Hasta el límite del tiempo y cuando el tiempo ya no esté". Porque, aunque no suelo creer en verdades absolutas, os diré una que es tan absoluta que no admito estúpidas discusiones en las que solo haréis el ridículo: mi madre es la persona más bella del universo.

A pesar de esto, seré magnánimo y ecuánime y, con un poco de retraso, felicito a todas las madres por su día y les mando un beso muy grande de parte de Juan Golondrina, el amigo de los patos y las gallinas.

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