VALLE  |  Madrid, 22/04/2018

Una de las expresiones más injustas que usamos es la de llamar a alguien peyorativamente "cabeza de chorlito" para significar que no tiene sentido común o que no piensa bien las cosas. Parece ser que usamos esta expresión porque, aparte de su apariencia de cabeza pequeña, el chorlito es un ave que pone sus nidos a ras de suelo quedando sus huevos y crías expuestos a todo tipo de depredadores. Pero lo que no pensamos es que, debido a las latitudes casi árticas en las que se efectúa la cría del chorlito, si lo hiciera en lo alto de los árboles, no eclosionaría ningún huevo a causa del frío y del viento. Además, el chorlito construye sus nidos en el suelo pero en sitios donde abundan las semillas, las lombrices y el agua provocando en sus crías una precocidad tal que hace que éstas se independicen y salgan del nido mucho antes que otras especies de aves. Llega tan lejos la injusticia de la expresión "cabeza de chorlito" que, actualmente, el cerebro de este pájaro es el más estudiado por los expertos ornitólogos que reciben todo tipo de encargos tanto para la navegación, la orientación o la concentración mental debido a que, pese a su reducido tamaño, estos pájaros vuelan desde Alaska a Hawaii (3200 km sin descanso) en solo 35 horas. Todo esto define al chorlito como una de las especies con la cabeza más privilegiada del reino animal.

Así visto, no creo que fuera un chorlito el protagonista de la cautivadora canción 'Bird hits its head against the wall' con la que NÚRIA GRAHAM empezó el concierto que clausuraba la octava edición del ciclo Girando por Salas. Lo que sí puedo afirmar rotundamente y ahora ya sin ningún miedo a equivocarme es que Núria Graham es una "cabeza de chorlito". Primero por la precocidad que demuestra con 21 años y tres discos en su haber de una madurez inverosímil. Y segundo porque, a pesar de que los acordes que usa tanto en su Gibson de 12 cuerdas como en su Fender de 6 son de una diversidad y de una elaboración bastante compleja, cuando canta se concentra en la música, se orienta con algún mapa de su interior y, al cerrar sus ojos, vuela y nos hace volar sin descanso.

Un exquisito tono de voz lleno de matices nos llevaba volando a la nube 15, su tema más dylaniano 'Cloud fifteen'. Y, mientras Jordi Casadesús nos maravillaba con su virtuosismo al bajo, seguíamos volando y recorriendo las canciones de su último trabajo 'Does it ring a bell?' y escuchamos su dulce 'Sinner', su preciosa melodía ascendente en 'Marianne', su ambiental 'Morphine' y su mágica 'Smile on the grass'. También temas más psicodélicos de su anterior álbum 'Bird eyes' como 'Christopher' o 'You fall asleep so easily'.

Casi al final del concierto, Núria Graham tuvo a bien regalarnos un tema nuevo bastante romántico, 'The stable'. Aquí sí vi algo de folk, pero que me perdonen los expertos que la califican de indie-folk o pop-folk, yo veo en Núria más dream e incluso más canción de autor que folk. También veo que, no sé si influencia, yo diría más bien que converge en el estilo con gente como Kurt Vile o Riley Walker. Pero influencia... tachadme de loco si queréis, pero pienso que Núria Graham ha escuchado bastante a Pink Floyd aunque no siga ese camino.

El encargado de dar la peculiar atmósfera al sonido y que, durante el concierto, fue de menos a más, es el teclista Artur Tort y a la altura de todos estuvo Aleix Bou con la batería.

En definitiva, un maravilloso concierto que no defraudó a nadie en el que Núria Graham nos hizo volar junto a ella gracias a su voz, sus canciones, su forma de tocar y, sobre todo, a su privilegiada "cabeza de chorlito".