DAVID R. SANTORO  |  Jaén, 01/12/2006

A principios de los 60, PHIL SPECTOR estaba comenzando a forjar su leyenda. Había comenzado en 1958 con los Teddy Bears, donde ya dio muestras de su talento ('To know him is to love him') interpretando en este trío sus propios temas con una estética rockabilly, aunque lo mejor y más característico de él aún estaba por llegar.

Conocido sobre todo por su labor de productor, en 1963 estaba trabajando en cuatro proyectos distintos: Bob B. Soxx y Darlene Love junto a las más conocidas Ronettes y las Crystals. Con la idea de obtener el número 1 en las listas de ventas de esas navidades, urdió un plan: reunir algunos de los estándares navideños más conocidos en la tradición anglo-americana ('White Christmas', 'Frosty the snowman', 'Rudolph, the red-nosed reindeer'…) y dejarlos sonar por las voces de las chicas con las que estaba trabajando en ese momento, con él a los mandos. Una maniobra extremadamente comercial, pero que bajo su batuta daba garantías sobradas -con la perspectiva del tiempo cada vez lo vemos más claro- de poseer los niveles de calidad exigibles, incluso en un disco concebido bajo tan peculiar premisa: ni más ni menos que una colección de villancicos de inequívoco sabor americano con el sonido plenamente moderno y personal que Phil Spector estaba creando, el "wall of sound", una capa de sonido absolutamente saturada de instrumentación y efectos que parece permanecer totalmente impermeable a cualquier posible nuevo arreglo o instrumento, pero al que paradójicamente nada le sobra, poseyendo además un carácter totalmente pop -un pop realmente sofisticado-, y en la que es imposible echar nada a faltar, grabada en mono para dotarla aún de mayor unidad y consistencia. La aparente radicalidad de este concepto de producción se suaviza por la dulce tonalidad de esos temas tradicionales adaptados para la ocasión, y por la vocación claramente pop de las composiciones propias: en 'Christmas (baby please come home)' es asistido por sus colaboradores habituales Jeff Barry y Ellie Greenwich.

La simpatía que nos inspira este proyecto y su éxito posterior (ha conocido numerosas reediciones con posterioridad) no serán únicos en la carrera de este señor escuchimizado, paranoico y absolutamente perfeccionista que es Phil Spector. Todavía no había producido a los Righteous Brothers de 'You’ve lost that loving feeling' (1965) ni ese monumento que es el 'River deep, Mountain high' de Ike & Tina Turner (1966), dos de sus cimas en su labor de compositor/productor. En el futuro, otros artistas de muy distinto cariz se beneficiarían de su técnica y su talento, desde el Leonard Cohen de 'Death of a ladies' man' (1977), hasta los mismísimos Ramones en 'End of the century' (1980).