VALLE  |  Madrid, 01/02/2018

'El camino', 'Cinco horas con Mario', 'La sombra del ciprés es alargada', 'Los santos inocentes'... Grandes obras que podrían haber ganado cualquier premio literario. En su conjunto, incluso el Nobel que tampoco consiguió el gran escritor vallisoletano Miguel Delibes. Por supuesto, no le faltaron merecidos premios, importantísimos pero menos sustanciosos, como el Cervantes, el Príncipe de Asturias o el Nadal. Pero otros más millonarios nunca le fueron concedidos. Y es que, en el mundo que vivimos, a veces la honestidad cierra puertas.

Un día se le acercó a Delibes un editor de una famosa editorial cuyo premio es de los más cuantiosos. Al editor le convenía tener un ganador con un apellido como Delibes y le propuso que se presentara al premio insinuándole que ganaría.

- "Y... ¿Qué pensarán el resto de escritores que se presentan si el premio está dado antes?", preguntó D. Miguel.

- "Pues, lógicamente, pensarán que su historia era la mejor. ¿Qué importa eso?"

- "¡A mí me importa muchísimo!", le espetó secamente el escritor antes de darle la espalda.
No parece que el sucio dinero fuera la liebre a la que quisiera seguir el rastro este gran escritor. Amante de la naturaleza y respetuoso con su equilibrio como buen cazador que era. Un buen cazador que nunca se dejó cazar.

'Cazador cazado' es uno de los temas que interpretó CARLOS PIEDRA en el concierto acústico que aconteció el pasado día 26 de enero en la sala Wharf 73 con un buen cartel: Carlos Piedra, VUELACRUZ y PSYCHODROME.

Carlos Piedra, junto a sus músicos Sergio Ayala a la guitarra y Alberto Moliner al shaker y a los coros, fue el primero en subir al escenario. Presentaba su álbum también grabado en acústico 'Los oficios del lobo'. Desde la primera canción, 'Lo irracional', con una melodía pegadiza y el habitual estilo directo acompañado de mucha brillantez poética en sus letras, supo meterse al público en el bolsillo. Una voz con ese descaro de los ochenta que combina bien con las historias que nos cuenta y que va envuelta en acordes vibratorios y en arpegios clásicos. Sí, canción de autor pero con melodías poperas y arreglos indies. Y, aunque yo no soy muy de cantantes charlatanes, debo reconocer que estuvo muy gracioso y natural en todas sus intervenciones con el público, provocando un seguimiento continuo a lo que ocurría en el escenario. Por supuesto, la penúltima canción que tocaron fue su single 'Hombre sin conciencia'. Antes, ya habían tocado la mencionada 'Cazador cazado' y acabaron con su tema 'Entre leones'. Pero a pesar de estar el cazador cazado y terminar entre leones, la verdad es que salieron muy vivos de su concierto presentación en el Wharf 73. Enhorabuena.

Tras los madrileños, se subieron al escenario los baezanos Vuelacruz y cuando empezaron los primeros sonidos de banjo de la primera canción, 'Me he de perder', acompañados de esos gritos cosacos de danzas rusas mojadas en vodka, todos supimos que empezaba una gran fiesta. Estos chicos tienen la cualidad de distinguir entre un buen disco y lo que debe ser un buen concierto sin perder su estilo en ningún momento. Y así como el álbum también tiene esas cualidades melódicas que hacen que quieras disfrutarlo tranquilamente en casa, en el directo son conscientes que deben divertir y la emoción pasa a la acción. Su indie folk adquiere fuerza en el directo y sus actitudes son las de quienes saben lo que quieren provocar y conocen cómo hacerlo. Letras profundas y bien elaboradas como por ejemplo en 'Mantuvimos cielos' que empieza: "Saludaste al venir y me dejaste medir con calma la cicatriz del peso muerto en ti" y una mezcla que funciona de estilos, de raíces y de sonidos que se prestan a usar habitualmente el banjo, la trompeta o el ukelele, hacen que Vuelacruz sea uno de los grupos más prometedores del panorama actual. Su comportamiento presencial sobre las tablas es generoso, pleno, directo y expresivo. También saben que el final de un concierto debe ser de traca y para ello lo prepararon con 'El temblor', la canción que particularmente más me gusta. Una más antigua para sus fieles, 'Lo que nos conviene', donde José Gómez se bajó con su guitarra para cantarla con el público. Para terminar en todo lo alto con 'Si me sigues'.

Junto a José Gómez, estuvieron Juande Ramírez al banjo y a la trompeta y el bueno de Cristóbal Gómez a la percusión.

Difícil se lo pusieron los chicos de Vuelacruz a Psychodrome para mantener el espíritu festivo porque, además, por el característico estilo indie grunge de los barceloneses, no me imaginaba cómo adaptarían su sonido en un concierto acústico. Pero lo hicieron. Y lo hicieron muy bien. Gracias a la voz camaleónica con bellos agudos de Nick Corominas que tocaba la acústica, al vibrante y sólido bajo de Jesús Gual y al buen uso de efectos y arreglos de Kenny Honors a la eléctrica, estos nirvaneros con influencias de Pearl Jam o Pixies mezclado con un estilo muy personal, supieron deleitarnos con las canciones de su último trabajo 'Bohemian Lights' con las que empezaron su recital: 'Hypersomnia', 'New Kids for a day', la balada 'Diamond Shine' y 'Burger Space'. No faltó el hit casi beatleniano de sus comienzos 'Poppy Juice' para terminar dejándonos con ganas de más con una magnífica versión de la canción 'Alright' de Supergrass y su potente single de su primer EP 'Spiral Tab'. Melodías brillantes y letras muy buenas en inglés revelan un buen trabajo de composición que saben arreglar y plasmar con un buen directo.

En definitiva, un gran concierto a pecho descubierto de tres grupos honestos. Lástima que la honestidad no abra puertas y que, incluso, las cierre. O... ¿quizás nosotros podríamos cambiar eso? No lo sé. Pero por si acaso, ahí los dejo en vuestras manos.

En cuanto a Delibes, él prefería, al igual que su entrañable personaje "Daniel el mochuelo", mantener su inteligencia con principios, su honestidad y la austeridad y sencillez de la aldea de su corazón. Muy lejos de la deshumanizante ciudad de oro.

No, nunca obtuvo ese millonario galardón. Pero casi nadie duda que era uno de los mejores novelistas del... planeta.