JUAN JESÚS GARCÍA  |  Íllora, 31/07/2017

En la madrugada del domingo, porque comienza camino de la medianoche y termina a mitad de distancia del alba, el PARAPANDA FOLK tuvo como protagonista a Lombarda (en la foto) y el último proyecto de Eliseo Parra. Curiosamente dos nombres que hace siete años ya coincidieron en este escenario. Ambos cerraron las actuaciones "convencionales" que comenzaron el jueves con Lorena Álvarez ya que entre juglares, trovos, raperos, bailes y hasta jazz este año el programa ha sido muy variado.

Mucho hay de tradición en la canción de la simpatiquísima Lorena. La cantautora bebe de la tradición popular a borbotones, algunas de sus letrillas podrían tener siglos, y le añade un incalificable punto personal de fragilidad y frescura; sus canciones no siempre son muy optimistas pero siempre dejan un poso positivo de luz al fondo; tienen ese punto de ternura casi infantil que llena de candor su estancia bajo los focos, sea cantando o... mismamente recogiendo las letras voladas por el suelo, entre ellas las de 'La jardinera' de Violeta Parra o 'Tener de todo un poco' de Gloria Fuertes. Recordábamos en su entrevista a una bisoña Melanie Safka saliendo ante medio millón de personas en Woodstoook para calmar a las fieras tras la brutal actuación de The Who, pero no solo no se la comieron sino que terminaron lamiendo su mano; Lorena podría hacer lo mismo: "canta rápidamente, que te lo estamos pidiendo la gente" le pidió el trovero José Sevilla, rogando en rima un último bis.

Si Lorena llegó sola, todo contrario sucedió con Eliseo Parra, con dos docenas de mujeres (con algún hombre suelto por medio) que son sus Piojas, alumnas/os suyas y enamoradas de la música y tradicional. Situadas/os en forma de media luna (lo que daba de sí el escenario) Las Piojas acompañaron con entusiasmo y luz vocal las canciones que, con su habitual estilo cercano y afectuoso, presentaba Parra. Un trabajo muy natural (sobre seguidillas, canción -la surrealista 'Flor y coliflor'-, romances -el conocido 'Monja por fuerza'-, bailes charros y polkas... que al oído recordaba al de los coros de pandereteiras -abundan en la percusión- y cantareiras norteñas. Autenticidad ciento por ciento.

En el intermedio el concejal de cultura de Íllora, Salvador Blázquez, formalizó el hermanamiento entre su localidad y la de Almonaster la Real a través de los festivales Parapandafolk y Almonaster Cimbrea.

La noche concluyó con un extraordinario concierto de Lombarda, que con los años maneja ahora una sonoridad exquisita y un refinamiento instrumental muy agradable. Lejos de la austeridad fidedigna de su comienzos, ofrecieron una abundante tímbrica, con instrumentos como el clarinete y el acordeón, percusión casi toda de mano, grande y pequeña, arrabel, quijada, un violín de sonido recio y muy gustoso y hasta un "violatín" que dirían Les Luthiers. Material para envolver, dar lustre y esplendor a su cancionero de siempre, mayormente recogido por estas latitudes: cantos de afilaor, de trilla -divertidamente mezclados y coreografiados con otros atuneros- auroras, parrandas, de aguinaldo... Material de campo expuesto con mucho colorido, la complicidad casi escolar y la cercanía didáctica de Sixto Moreno en sus alocuciones y apariencia de grupo neto. Terminaron, como hacen desde que tocaban en las teterías hace treinta años, con su versión de 'Alla Fiera Dell'Est' de Ángelo Branduardi, que es una pieza que obliga irremediablemente a la ovación; la que recogieron a eso de las tres de la madrugada y con un auditorio todavía lleno.