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Coetus | Lombarda | Eliseo Parra | Aleix Tobias | Silvia Pérez
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Con personalidad inconfundible, Lombarda llevan en esto ya treinta años, haciendo tareas de campo y rescatando canciones a punto de desaparecer de la memoria.
En un programa de estrellas, a veces entre los más pequeños satélites, es donde salta el nombre que se queda grabado para siempre. Le ocurrió a los espectadores del Parapandafolk con COETUS, una espectacular orquesta de percusiones que deja huella a golpes, y nunca mejor dicho. Y que merecería (como Paxariño hace tiempo, Alandalus Project en año pasado y tantos otros excepcionales grupos que han pasado únicamente por el festival de Íllora) dar el salto a la capital granadina donde estas músicas no han encontrado espacio hasta la fecha ¿Tal vez al FEX?
Pero antes estuvieron los decanos de la música folk granadina, LOMBARDA (en la foto), una eminencia a estas alturas por los exquisitos y refinados tratamientos que realizan. Con personalidad inconfundible, llevan en esto ya treinta años, haciendo tareas de campo y rescatando canciones a punto de desaparecer de la memoria de alguna abuelita del lugar, para luego hacerlas suyas frescas y jóvenes como si acabaran de nacer. Es su arte, y tienen buena mano. Por su cariñosa delicadeza han pasado romances como el de Mariana Pineda (de Nigüelas) o remerinos alpujarreños como ese 'Debajo de su ventana' cantado por ELISEO PARRA como invitado. Hubo inéditos también: la televisiva 'Doncella guerrera' y todo lo contrario, así la didáctica historia de la cadena alimenticia a través del ratón que el padre de Angelo Banduardi compró en 'La feria del este', está con ellos desde siempre.
Coetus nació a partir de un taller de percusión de Parra, y él es la mitad vocal del grupo (la otra, la excelsa Silvia Pérez, fue baja), y quizás con su gracejo cantando y bailando (lo que no está mal para ser un antiguo roquero y salsero) sea el eje verbal, casi más excusa que argumento, sobre el que gira este proyecto tan sorprendente que es Coetus.
Este equipo catalán ha sometido al repertorio popular a una cura de adelgazamiento hasta llegar a la esencia, al tuétano, a los huesos... y luego los golpean para hacer ritmo... y diabluras. Son 16 personas, pero en realidad un solo organismo de 32 manos que se mueve con coordinación y precisión perfectas: cada uno de los 160 dedos sabe dónde tiene que estar en todo momento, y no falla. Se hacen llamar "orquesta", y es cierto ya que realizan verdaderas sinfonías en la que hay movimientos de ternura, de fiesta, de drama, de tensión, con y sin solución de continuidad. Y sólo golpeando cosas, aunque de esas llevan un camión, de aparatos reconocibles unos como instrumentos y otros simplemente "cosas" susceptibles de crujir cuando se los golpea: panderetas, panderos redondos y cuadrados, castañuelas, cajones, zambombas, zumbadores, bombos y tambores... o botellas, cántaros, ollas y sartenes, cucharas, huesos, caracolas, azadas, y muchos más etcéteras.
Cuentan que donde van la arman y el Parapanda no iba a ser la excepción. El público (unas 1500 personas) cayó completamente fascinado por un grupo capaz de construir una preciosa pieza tan sólo con chancletas y cántaros (eso sí, las jarras afinadas cada una en su nota, y las chanclas... pues a lo mejor también). Y de pie aplaudieron reverencialmente a un grupo que tampoco se quería ir, y todos de frente, firmes, haciendo palmas a ambos lados del escenario, entonaron una coplilla de trasnoche, o más precisamente de que dure hasta la madrugada. Casi: eran las dos de la mañana pasadas cuando acabaron.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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