ARTISTAS, GRUPOS...:
Charles Lloyd | Gerald Clayton | Reuben Rogers | Eric Harland
GÉNEROS, ESTILOS...:
SALAS, FESTIVALES...:
Jazz en la Costa | Parque El Majuelo
SELLOS, DISTRIBUIDORAS, EDITORAS, PROMOTORAS...:
Diputación de Granada | Ayuntamiento de Almuñécar | Blue Note
El cuarteto del veterano saxofonista Charles Lloyd (que completan Gerald Clayton, Reuben Rogers y Eric Harland) firmó un concierto sobresaliente en el festival Jazz en la Costa de Almuñécar (Granada). Juan Jesús García nos lo narra.
Poseedor de una singular historia con periodos por el paseo de la fama, éxito, drogas, meditación, anacoretismo y plantaciones de alcachofas (al parecer era lo que cultivaba en sus retiros en Big Sur), la vida de CHARLES LLOYD es tan apasionante como su música. Ahora estilizada hasta lo inasible, de un lirismo cálido y vehículo de un poderoso compromiso espiritual. Todos los festivales debieran tener a un Charles Lloyd en su cartel, garantía absoluta de vender todo el papel y de ovación terminal con el público en pie (que si no recuerdo mal no ha habido otra igual desde hace cuatro años... ¡con él mismo!)
Pero antes de dar un (otro) concierto magistral en Almuñécar, el talludo músico del Memphis, Tennessee, que cantaba Chuck Berry, recibió la medalla de oro de la ciudad y dejó su firma en una baldosa más del Bulevard del Jazz, situado en el Parque El Majuelo. Desde ese momento hasta tres horas después, dio un concierto de dos horas, firmó todos -porque los agotó- los discos que trajo para vender, y solo se sentó cinco minutos durante un solo de su pianista. Y este año está cumpliendo los ochenta.
Alto y enjuto, vestido de músico de jazz, Lloyd mantiene en envidiable estado de revista sus habilidades, su sentido el humor, sus características fugas hacia las notas altas como retorciendo el cuello de su saxo, y a la par señoreó con una elegancia suprema en graves, redondos, majestuosos y hermosos... Su gente igual: el bajista Rogers no es de los que tocan, es de los que hablan y cuentan cosas, que no es lo mismo; muy brillante estuvo Gerald Clayton en el puesto de responsabilidad que tuvieron Jason Moran, Petrucciani y Keith Jarrett, y de Harland ya sabemos de su riqueza polirrítmica y dinámica abrumadora: es un tipo que recibe aplausos hasta de los alérgicos a los solos de batería.
Pero si cada uno en su posición pudieran resultar inmejorables, la belleza de su concierto no recae en las individualidades, sino en la elección y el supremo gusto del trazado de las piezas, en la alegría o melancolía de sus arreglos, en la potencia emotiva de lo tocado y el delicioso trabajo del guionista de cada canción. Llegó y se fue recordando al Coltrane místico, tocó blues, hubo más bop que en otras ocasiones, guiñó el saxo a su amigo Thelonious ('Monk mood'), se puso selvático con la flauta (esta vez no trajo el tarogato), se despidió con un calypso muy Sonny Rollins y estremeció con el lirismo infinito de sus versiones de la oaxaqueña 'Llorona' y el 'Rabo de nube' (de Silvio Rodríguez), dos piezas comodín letales para el público hispanoparlante. A pesar de su avanzada edad, o a lo mejor por ella, por lo visto, tocado y oído, vivido, reflexionado o meditado, el saxofonista de Memphis emocionó hasta el suspiro. Pura belleza.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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