JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 17/04/2013

De aquella promoción de canción de autor allá por los noventa ISMAEL SERRANO y Pedro Guerra son los que han llegado hasta nuestros días en mejor forma. En el caso del madrileño con un público fiel y fijo que todavía da para medio llenar el Palacio de Congresos de Granada, toda una proeza en estos tiempos del 21% de IVA. Él, a cambio, es de los más generosos, con una ratio canción/euro bastante alta ya que ronda las tres horas, como poco, de actuación (¡ha superado las cuatro!); eso sí, rellena mitad por mitad entre presentaciones, anécdotas, historietas y canciones, actuación que comienza con un "bienvenidos familia y amigos" antes de darle a 'Habrá que someter a referendum', la pieza inaugural en Granada.

Cuando empezaba, cantándole a las batallitas de su padre, Serrano parecía su hermano mayor, si es que lo tiene, más cerca de la anterior generación de cantautores que a la suya. Con el tiempo ya todos nos parecemos a él, y su padre colabora en unas canciones para un público como el de su hermano menor, si es que lo tiene. La gravedad quebrada de voz gana sentimiento con la poética de sus canciones (muy en la línea del gran Pablo Guerrero) y descubre que dos son multitud en una suerte de pareja global y que lo personal también es universal, y viceversa. Entre reflexiones serias, líricas o combativas, deja entrever un potente sentido del humor que causa hilaridad (y piropos, y pericones de mano, y...) del respetable, como cuando recuenta las simpáticas instrucciones de uso de sus conciertos.

A diferencia de otras ocasiones, ha reducido el equipaje, el escénico queda en unas lámparas caseras de luz cálida, un mural que cambia de color y solamente Jacob Sureda acompañándole en el piano, y efectos varios. Ambiente sonoro mínimo, en ocasiones de piano-bar, que agradecen casi todas las canciones; otras, las que son castigadas con ritmos sintéticos y añadidos artificiales pues...

En tres horas de concierto, sin guión esta vez, hay para todos los gustos, aunque se trataba de presentar aquí 'Todo empieza y todo acaba en ti', con canciones como 'La hija de Lilith', 'Te odio', etc., aún menos conocidas, por lo que lógicamente fueron más aplaudidas y coreadas clásicas ya como 'Últimamente', 'Ahora', 'Caperucita'... o, dedicada expresamente a "los parados, los que sufren y todos los héroes cotidianos" la ilusionante 'Podría ser': "Podría ser jardinero en Marte, médico de flores, poeta ambulante, deshollinador volando en tejados, probador de espejos, o pirata honrado. Quisiera ser hombre al fin y al cabo". O cantautor en Granada.