JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 30/10/2012

Tras años de intermitencia y actividad musical cada vez más escasa y también distinta (le dio por perfeccionarse en el theremin y hacerse un maestro en tocar el serrucho), amén de otros trabajos alimenticios, el saxofonista (y tantas otras cosas más) ARTURO CID parece que ha decidido este curso volver a la nocturnidad de los escenarios; al menos por el relanzado Rembrandt Club ha pasado ya dos noches, y con dos grupos diferentes, en esta última regresando además al jazz tradicional y al swing de ambos lados del Atlántico.

El que actuó con lleno completo (parece que se le tenía ganas) es un cuarteto de todos estrellas, a cual más luminosa. Porque como ocurría con los viejos discos de las sesiones del Minton's, que las mismas grabaciones se pueden encontrar a nombre de Miles Davis, Charlie Parker, Dizzy Gillespie o Thelonious Monk, en este cuarteto también todos son líderes. A saber: Cid, el anfitrión, presentando, clarineteando, con el tenor, y también cantando scat, nada que añadir a su savoir faire, su ya conocida solvencia instrumental y la chispa verbal que suele tener cuando le brillan los ojos. A su lado un pedazo de historia, esta vez literal, ya que Spike Anderson nació en 1939; el trompetista ha recorrido el mundo entero y su biografía da para un guión cinematográfico (entre otras cosas fue ingeniero de coches de competición), y es de los que pueden decir -y se le nota en su sabio fraseo- "yo estuve allí". Y en los flancos dos fieras de producción nacional, malagueña concretamente: el habilidoso guitarrista de swing Ricky Vivar (con un precioso disco a medias con nuestra Pepa Niebla, la única andaluza que ha cantado en el mítico Ronnie Scott's), que también guarda para las ocasiones especiales una muy apreciable capacidad vocal; y, en el otro extremo, Diego Suárez es un pianista que parece sacado de los días del cine mudo, puro "stride" a una velocidad supersónica, brincando por el teclado como el aceite lo hace sobre una sartén a rojo vivo y con un sabor inequívoco a casino flotante del Delta.

Ambos también matizan lo que se escuchó ('Indiana', 'The Sheik of Araby' o los célebres 'Black and Blue', y el 'I'm Gonna Sit Right Down and Write Myself a Letter' de Fats Waller que han hecho desde Paul McCartney al añorado Ronnie Lane), puenteando la tradición parisina con la sureña, cada uno a lo suyo pero cosidos juntos como capítulos de la misma historia del jazz.

En los bises se subió la actriz Alicia Desogus, que con su tono de cabaret de entreguerras hizo un letal 'The Man I Love'. Una alineación, que como diría aquella fans ascendida a ministra, ¡esta vez sí es de estrellas!