JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 09/10/2012

AMPARO SÁNCHEZ se ha saltado el guion previsto hace unos meses y donde debía de estar 'Tiempo de seguir' ha colocado 'Alma de cantaora', sin duda influenciada por las palabras de la chamana Abuela Margarita, cuyas palabras abrieron el primero de los conciertos que la cantante va dar en el Teatro Alhambra de Granada (el próximo será en unas semanas dedicado exclusivamente para público infantil).

Parece increíble que esta mujer tenga tantos tiros pegados, pero es que con apenas 15 años ya cantaba rockabilly con aquellos Correcaminos que dieron varios nombres, también longevos, a la música granadina (como Cándido Ariza por ejemplo). En este tiempo la cantante más famosa de Alcalá la Real, aunque hecha en Granada primero y luego rodando por todo el mundo, ha dado más de 1000 conciertos y ha publicado 8 álbumes, recogiendo premios tan importantes como los de la BBC británica o el Cubadisco, y viviendo noches tan inolvidables como su concierto en la gigantesca plaza del Zócalo de la capital mexicana donde fue aplaudida por 100.000 espectadores.

Amparo ha dejado sus "noias", congas buenrollistas (ella fue la madre del término) y llenos gratuitos, y busca una respetabilidad intensa como Doña Amparo Sánchez, cantaora con alma. La hemos visto ya marcar ese espacio adulto en dos ocasiones, y probablemente esta segunda se acerque más a lo que desea, dejando por el camino a medio grupo cubano, trompetas (que sin embargo son emocionantísimas a dúo) y teclados, y apostando por un perfil más austero (¡caray con la palabrita!) y de secano, con su fiel Mestres a la izquierda, el swing fronterizo de Willy Fuego (José Luis Ferrer, de La Kinky Beat) en la guitarra solista y el ritmo de Jordi con el contrabajo baby y Ricard Parera en los tambores (ambos mantienen también los jazzísticos Cookin Monk). El resultado es de un sonido contenido, natural y vivo, ambientación adusta donde sus nuevas canciones suenan a confesiones, y más las últimas que casi son una terapia de choque donde la fuerza vence a la poética.

Aseguró estar nerviosa al principio ante tanta cara conocida pero se fue recomponiendo emocionalmente agarrándose a los asideros de sus historias, a las de 'La flor de la palabra' o 'Turista accidental', y repartiendo cartas alternativamente de 'Tucson-Habana' y 'Alma de Cantaora' con alguna pieza más lejana ('Somos viento', himno oficioso del 15-M, y, al final, 'En la noche'). Algunas cargadas de compromisos global, es el caso de 'Fuera fiera', dedicada al movimiento andino 'No a la mina'; o personal: ese desgarrador 'Que te pedí' de aquel terremoto que fue La Lupe.

Doña Amparo salió por la puerta grande del teatro sobre las palabras mágicas de la abuela mejicana: "soy el poder dentro de mí, soy el calor del sol y la tierra, soy un gran espíritu y soy eterna... y cuando lo cantas muchas veces, pues te lo crees". En ello estamos por si funciona, que falta hace.