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La Habitación Roja | Jordi Sopena
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El regreso de la formación al quinteto con el añadido del hombre orquesta Jordi Sopena refuerza además la cohesión del combo con su engrudo de guitarras.
Los valencianos son con nuestros Niños Mutantes (con los que han pasado bastantes noches de concierto en los últimos casi diecisiete años) dos grupos que han llevado una carrera paralela, y tranquila, de suma y sigue, sin pausa y sin prisa. Ambos se mueven en coordenadas emocionales y vivenciales próximas, y depende de la temporada cada uno vende más entradas o discos que el otro. Los dos están al borde del éxito mayoritario (dentro de las posibilidades actuales) pero no parecen muy interesados en morder esa manzana de resultados imprevisibles, prefiriendo cálidos auditorios medios, como en este caso la Forum, creo que el único que le quedaban a los de la Eliana por pisar en Granada.
A estas alturas, y ya desde hace bastantes temporadas, LA HABITACIÓN ROJA tiene un sonido reconocible (aunque algún tic de aquellos primeros pasos clónicos todavía asome), bien trabajado y profesionalmente (¡uh!, qué término) intachable. El regreso de la formación al quinteto con el añadido del hombre orquesta Jordi Sopena refuerza además la cohesión del combo con su engrudo de guitarras o teclados llenando los huecos.
Los levantinos arman, con la imaginación que permite las limitaciones de estilo, los temas dentro de las posibles combinaciones entre tres guitarras y otras tres voces, que son bastantes, multiplicadas por dos entre acústico y eléctrico. La naturalidad vocal es el banderín de enganche para hacer creíbles las pequeñas historias domésticas que cuentan, con más aire de confesiones desdramatizadas de tú a tú, sin aspavientos ni ambiciones, un detalle que puede, y logra, una emotiva y tranquila identificación por parte del oyente (que casi llenó la sala).
¿El temario? Lógicamente aunque estrenen un disco nuevo (arrancaron con 'El resplandor', de 'Fue eléctrico') tienen ya tal colección de clásicos obligatorios ('Posidonia', 'Van a por nosotros', 'Mi habitación', 'El eje del mal'...) que cumplen con los requisitos que garantizan el éxito de un concierto según el gran Ray Davis: "tocad lo que la gente quiera oír" (¡él amagaba con el riff de su 'You Really Got Me' cada cuarto de hora para animar!) Progresan adecuadamente: Notable alto.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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