JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 10/03/2012

El cantante donostiarra está recogiendo con su áspero (para lo que ha sido él) disco '24 golpes' las mejores críticas de su vida, y está dispuesto a defenderlo en directo como si le fuera en ello la vida misma. Lo que no está nada mal para un tipo que se acerca a la cincuentena y lleva en el oficio más de un cuarto de siglo. En la Forum Plaza de Granada, cuya programación sigue semanalmente ofreciendo pop y y rock en directo todos los jueves (el próximo estará La Sonrisa de Julia) MIKEL ERENTXUN, de alguna manera, estrenó gira, puesto que mientras ultima su formación completa, tan solo algunos conciertos promocionales por la tiendas FNAC han antecedido a este concierto.

Sobradamente acompañado por una escueta sección de ritmo (Mikel Artieda en el bajo y Rufo Urbina ¡con una esplendorosa batería años cincuenta!) a diferencia de otros artistas coetáneos que han pisado el mismo escenario (por cierto que ampliado esta vez) la mitad de Duncan Dhu se ofrece pleno, quizás por lo muchos conciertos solo que ha hecho. Parece haber abandonado aquel rentable "Donostia dreamin'", tan amble como blandito, de su era intermedia, ya que las canciones de este álbum (empezando la titular, una climática pieza que sirvió de apertura del concierto) tienen un tacto más rugoso; inquietud sonora que sabe extraer pertinentemente de su Ephiphone de caja (que junto con un bajo de violín completaba un instrumental muy vintage).

Su voz ha bajado algún tono y tampoco abunda en aquel falsete melancólico, casi lastimero, que tantos corazones partió de pena. Y aunque no hace mucho dio algún concierto con Diego Vasallo, su socio en lo de las gaviotas (e incluso invitó al primer batería, de cuando Duncan Dhu eran trío) el cancionero de aquellos tiempos es casi historia, y si me apuran casi incompatible con el calado que ofrecen composiciones como 'Señorita soledad', 'Ropa Vacía' o 'Las reglas del juego' (cuyos versos llevan la fiema de José Ignacio Lapido, quien estuvo invitado a cantar en los bises). En fin, y como Dios aprieta pero no ahoga (de momento), también hubo menos golpes y algunas zanahorias como 'A un minuto de ti', 'Cartas de amor' o 'Esperaré a que se esconda el sol'... que masajearon el recuerdo colectivo, en su caso hasta de una generación, que nunca supo si las gaviotas iban o venían.