VICKY PEINADO  |  Madrid, 12/12/2011

Los tres componentes de LA CAJA DE AL CAPONE tienen una habilidad, casi mágica, para reírse de sí mismos, que trasciende el escenario y la sala, si me apuran, no hay más que ver los carteles de sus conciertos o entrar en su myspace. La actitud humilde del trío nada tiene que ver con el producto que ofrecen: canciones con peso, con influencias más que diversas, que responden a los gustos e idiosincrasias de cada uno de los componentes, hasta constituir un mosaico plagado de energía, vitalidad y buen hacer musical.

La Caja de Al Capone escapa sin aspavientos a esa recurrente clasificación musical que tanto gusta a la prensa especializada, beben de fuentes tan diversas como Neil Young, Joaquín Sabina, Sufjan Stevens, Ryan Adams, Silvio Rodríguez, Eliott Smith, etc. No están adscritos a un estilo, pero sí que hacen gala de un sello personalísimo que arranca la sonrisa del respetable que asiste a sus conciertos. Como ocurrió el pasado 23 de noviembre en la sala El Juglar, sita en Lavapiés (Madrid).

Una falta de pudor encomiable, junto a la frescura ingenua que destilan sus intervenciones, con gestos poco estudiados (o eso parece), con la sencillez del que hace algo en lo que cree y le gusta sin esperar más que el disfrute del momento, jugando como niños traviesos a cambiar de instrumento, a probar nuevas canciones, hacen que el espectador se sumerja con ellos en su universo y se deje llevar.

Javier Delgado de Salamanca, Fernando Álvarez de Valladolid y Javier Ezpeleta de Lodosa (Navarra) son los integrantes de esta banda con sede en Madrid, llevan juntos desde 2008 y ya preparan su primer disco y puede que en breve sorprendan con otro repertorio con un nuevo grupo, que según sus propias palabras formarán los mismos componentes, pero con otro nombre.

El eclecticismo de su música es parejo a lo variado de los temas que abordan en sus letras, que van de lo cotidiano a lo emocional, imprimiéndoles bien un halo de belleza o un punto de vista lúdico a cada una de ellas, con sutileza, sin grandilocuencia y con honestidad.