REDACCIÓN  |  Granada, 14/11/2011

El domingo actuó en el Teatro Isabel la Católica, dentro del programa de la trigésimo segunda edición del Festival de Jazz de Granada el músico congoleño RAY LEMA. Llegó con su African Jazz Trío, una de las muchas posibilidades sonoras que tiene, desde el piano solo a la orquesta sinfónica. Lema es uno de los artistas más geniales que ha dado África, en toda la extensión del término, ya que abarca todos los estilos africanos los de ida y los de vuelta, y además sabe encontrar los puntos en común entre la tradición africana y la europea, ya que sus primeros pasos fueron por un lado como estudioso del folclore, mientras se formaba en la música clásica europea. Por esos en sus conciertos confluyen con naturalidad las rumbas centroafricanas, con el piano de Chopin, la clave cubana, ecos del blues y hasta el funk. Todo ello coherentemente ensamblado con una tranquilidad sonora envidiable y un gusto supremo.

Lema es la antítesis del pianista de jazz convencional, se mueve a una velocidad imperturbable por el teclado primando calidad por cantidad, y así, elaborando hermosísimas melodías con una capacidad inmediata de emocionar. Las otras dos partes del trío las conformaron un bajista eléctrico, Xavier Zolli, climático en las zonas más paisajistas (buena parte de lo escuchado serviría para una banda sonora) y con electrizante pálpito de funk en las zonas más vibrantes; y un extraordinario baterista, Francis Lassus, que además de una pirotecnia de primer premio ofrece el contrapunto vocal, en altos y vibrato, con(tra) la gravedad del maestro cuando cantaba.

El concierto se basó sobre todo en el álbum 'Paradox', realizado también en el formato trío. Ahí se encuentran auténticas joyas casi medicinales como 'Mathissou', la sintonía de su concierto y casi de la felicidad. Porque sus temas, y canciones encuentran una placidez melódica sanadora, en ocasiones con estructuras hipnóticamente redundantes, en otras con dinámicas amplias, continuos crescendos y actos seguido contrastes de vértigo. Su pulsar recuerda ese alegre fraseo circular de la guitarra de la rumba, que él practicó durante décadas (de hecho su primera visita aquí fue como interprete de soukous). El tema 'Ali Farka' está dedicado al músico de Malí con el que tuvo mucho contacto, y tras ese "tributo" al amigo ausente 'Souira' no lo convirtió en un aventajado seguidor del soul-Stax, para arribar a los tumbaos caribeños acto seguido en 'Paradox'.

Su concierto fue un portento de sensibilidad, con tiempo y dibujos de proporciones humanas, rebosante de energía aportada por sus compañeros y de gusto por la suya, que pieza a pieza fue incorporando al público como un miembro más del grupo, primero chasqueado los dedos, luego haciendo palmas... para terminar definitivamente incorporado como gran coro. Y para cuando todos entonaban el estribillo de 'Yolela' ya habían pasado dos horas de concierto, y en un santiamén.