ARTISTAS, GRUPOS...:
Mägo de Oz | Stone Caliber | Pájaro Jack | Tannhäuser | Voynich!
GÉNEROS, ESTILOS...:
Folk-Metal | Metal | Folk-Rock | Rock
SALAS, FESTIVALES...:
Promorock | Festivales del Zaidín
SELLOS, DISTRIBUIDORAS, EDITORAS, PROMOTORAS...:
Asociación de Vecinos de Zaidín/Vergeles | Warner Music
A estas alturas Mägo de Oz funcionan con la regularidad de esos añosos Mercedes de gasoil con un millón de kilómetros, duros, profesionales y cómodos.
Una cifra más cercana a las 10.000 personas que a la mitad del viernes pasó por la novedosa taquilla de los FESTIVALES DEL ZAIDÍN, gratis hasta este fin de semana desde hace treinta años (son 30, no 31, por un error de imprenta que se arrastra de desde hace un par de décadas). Cabe suponer que más público se hubiera acercado si se hubiese mantenido la gratuidad (casi el doble en alguna edición anterior), pero la organización estaba contenta puesto que la duda sobre los resultados de poner precio a los conciertos apretaba en la garganta hasta bien entrada la noche. También fue buena noticia el acercamiento de las posiciones con la SGAE, que ha ofrecido un acuerdo de mínimos a la Asociación de Vecinos sin presión mediática ni judicial. Una vez superada la prueba "del euro", y fumada la pipa de la paz con la devaluada sociedad de recaudación, por delante solo tienen que lograr algún compromiso con la autoridad competente (¿poner 5 euros de entrada -con derecho a vela por supuesto- para asistir a las procesiones de Semana Santa?... es solo una idea...) y contar con un cabeza de cartel que "venda papel"... Al menos como Mägo de Oz.
Que el rock ya no es para adolescentes queda perfectamente reflejado en el primoroso kiosco de "Pekerock" donde vendían ropa de cuna, pañales y baberos con logotipos de grupos como Ramones o AC/DC y ¡bodys de piel de leopardo!, y es que los roqueros nunca mueren, ya, pero los años pasan también por ellos. En esta noche del Zaidín abundaba un público lejano a la adolescencia, con excepciones, como ese chaval que se regaló de cumpleaños el concierto (¡y el grupo le subió al escenario!) u otro que en volandas acercó su violín para que se lo firmaran; pero en general había allí más padres que hijos.
Voynich! también rompió la tradición de tocar para nadie, que cuando la cosa cuesta se apura hasta el final, pero también desde el principio; con todo, no es un grupo para ejercer tan temprano, ya que su entidad y peso especifico hubiese merecido mejor posición en la tabla de horarios. Siguieron Tannhäuser y su ambiental post rock instrumental, una formación puesta en compromiso porque su climática propuesta de (muy tratados) paisajes guitarrísticos (¡llevaban más de treinta pedales!) requería otro espíritu y mayor concentración para ser apreciado, aún así arrancaron varios aplausos entre los que no se habían ido a hidratarse o desaguar.
Tampoco la finura electrocústica de Pájaro Jack a priori encajaba en el panorama, y más cuando en una falta absoluta de respeto y compañerismo el batería salió a saludar y con el mayor desprecio del mundo se puso a calibrar su instrumento en mitad de la actuación de los granadinos. Delicadeza, detallismo vocal y un trabajo exquisito de miniaturización folkpop caracteriza la música de este quinteto para el que menos es más, y puede, sin problemas elevar a canción pop un himno scout (bueno... hubo hasta quien lo hizo con el ¡himno de la legión!) o recordar que Simon & Garfunkel fueron compositores excelsos. Pero cantar 'Cecilia' cuando los "hinchas" de Mägo de Oz están llamando a su grupo a gritos, y el otro se enseña como gallo de corral, no debe ser muy estimulante.
Hubo esa noche fans de los madrileños desde su primera aparición por aquí, en aquel Barbarian Rock en el que tocaron 'Jesús de Chamberí' y el cielo se vengó soltándoles encima el diluvio universal. Todos más añosos obviamente, pero igual de entusiastas. A estas alturas Mägo de Oz (en la foto) funcionan con la regularidad de esos añosos Mercedes de gasoil con un millón de kilómetros, duros, profesionales y cómodos como un sofá. Dominan las reglas de la comunicación básica para masas, sea enarbolando la bandera del Granada CF, proponiendo continuamente al público que queme calorías botando, o bajando a dar la mano a la primera fila (ejem: incluso pedirle a las chicas de cercanías que "enseñaran las tetas", ¡todo unos caballeros... medievales!). Los Mägo han rentabilizado bien las enseñanzas de gente como Gwendal enchufados al hard en los 70, la Oyster Band y, (debieran pagar porcentaje de autor) sobre todo José Carlos Molina y sus Ñu: meterle presión eléctrica a la ya de por sí jubilosa música atlántica.
Y toda la serie 'Gaia' que tocaron, épica, ecológica y barrial ha sido su gran acierto. En directo se convierten en una fiesta celta-metálica para todos los públicos, con su baladita Scorpions ('Desde mi cielo') y su particular 'Escalera al cielo' ('Alma') y todo. Ni que decir tiene que el público saltaba como si se hubiese caído en la marmita de belladona del druida de la aldea donde nació el inmortal Manuel Fraga: 'Fiesta pagana' es una de esas canciones tan universales que han llegado a pasar incluso al repertorio de las orquestas de pachanga; para la historia queda que la bailaron bajo el escenario juntos hasta gente del PSOE y del PP... Ay, a ver si bailan también las "agarradas".
El epílogo de la noche lo puso Stone Caliber, cuarteto de hard rock de toda la vida, sólido y macizo con un guitarrista que hace lo que la artrosis no le permite ya a Angus Young. Una banda a tener en cuenta y a sudar de cerca en la Who, por ejemplo. Y, ventajas del "nuevo" Zaidín: una vez pagada entrada, el respetable ya no se va terminada la "atracción", se queda para aplaudir a gente que como los Stone Caliber bien se lo merecieron casi a las cinco de la mañana.
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