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Amparo Sánchez | Jordi Mestres | Amparanoia | John Convertino | Joey Burns | Calexico
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Cada día más próxima a Chavela y a Omara Portuondo, dos mujeres con mucho canto abisal en las arrugas, a las que ella sigue como fareras en la niebla.
La ex agitadora y terapeuta emocional de Amaparanoia avisaba antes de la actuación: "Aquellos que busquen a la Amparo fiestera no la encontrarán". Desde luego que no. A punto de cumplir los cuarenta, AMPARO SÁNCHEZ ha decidido romper con su pasado y olvidarse de jaranas. Decisión valiente, dado que la alcalaína goza de un estatus de estrella internacional labrado con tesón, kilómetros y, sobre todo, buen rollo. No hace mucho, aún alborotaba a cien mil mexicanos en la colosal Plaza del Zócalo. En la sala Planta Baja, en cambio, tocó para un centenar de personas que no se sabían el flamante repertorio. Entre ellos, familiares y amigos con los que le unen vivencias en Granada desde los ochenta. Supervivientes de los tiempos de Correcaminos.
Primicia mundial, pues, sin el debut en solitario todavía en las tiendas. Como bien indica el título, 'Tucson-Habana' traza un recorrido introspectivo por ese inspirador triángulo fronterizo. Arizona, México y Cuba. "Mi vida está condenada a volver una y otra vez allí", confesó Amparo. Aridez desértica, embriaguez destilada del maguey y candor caribeño. Aunque, en la práctica, sus intenciones redundan en la franja norteamericana. Suponemos que por culpa de la implicación en el proyecto de John Convertino y Joey Burns, abanderados de Calexico.
Por si alguien lo dudaba, Amparo Sánchez tiene una de las voces más cautivadoras del espectro hispano. Cada día más próxima a Chavela y a Omara Portuondo, dos mujeres con mucho canto abisal en las arrugas, a las que ella sigue como fareras en la niebla. "Mujeres sin miedo", recita la canción. Ahora, la andaluza global mira hacia dentro, reflexiona y se confiesa. "Me he quitado", insiste en otra de sus piezas. Más íntima y sincera que nunca, Amparo sólo se escudó en su acústica y en el magnífico guitarrista Jordi Mestres, versátil en el trayecto por esos vericuetos inhóspitos. Desde los cactus dibujados con el slide ('Sé que no sé') hasta los valses rayanos ('Paraíso flotante'), pasando por composiciones que, casi de manera inconsciente, acaban dejando regusto de ranchera amarga.
Cuenta Amparo Sánchez que esta historia nació en el Chiapas indígena. Y de ahí al 'Apagón en La Habana', donde concluye su travesía. No es por casualidad que al final, en la fase sonera, se multiplicase el color y la participación coral del público. Lo constata el musicólogo cubano Radamés Giro, cuando afirma eso de que, allá, lo culto y lo popular se funden en expresiones danzarias.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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